A media mañana los domingos
No todos pero algunos, después del ritual mate
Pan negro queso blanco y dulce de membrillo
o incluso mejor si es el de frutilla
la voz queda de ambos yendo y viniendo
sobre titulares de los diarios y entrelíneas
Comentarios políticos y cuestiones o palabras irrepetibles
La voz retenida para no despertar a las hijas en jauría
Y así continuar aún la sólida conversación de los amantes
Luego entonces, cuando la alianza estalla
Con la estruendosa aparición una tras otra
la totalidad de hijas
disuelta ya la tregua en gritos y celadas
Sonaba el timbre quedo a mitad de la mañana
Y era el tío Maure entrando por el largo pasillo de la infancia
Su delgada estatura de sonrisa tristísima
Los hermanos no se encierran
Papá se queda en la cama apoyada la cabeza
Sobre las mullidas almohadas de pluma
Gordas de pluma que a veces hace volar
sobre sus hijas a la hora del quillonazo pero esos son
sucesos vespertinos
del domingo también
pero de acción al cabo del día
La gran cabeza hundida allí desde donde otea y piensa
Maure se ha sentado al borde de la cama y ambos reúnen sus cabezas
Quedamente surge entonces la extraña música
Cuentos, dichos y risas y sonrisas musitadas en ese idioma inaccesible
Los delgados hombros de Maure la curva de su espalda
– pena da mirarlo demasiado
Como si fuera a quebrarse
Él es quien cuenta
su voz casi inaudible musita
Y el mayor pregunta y calla y aparece en su rostro la sonrisa
Treinta y siete
misteriosa introspectiva astuta desde el fondo de la curva sopesa
Y vuelven a inclinarse ambos y allí el Tío Maure también ríe bajito
Son sus hombros los que se estremecen
libres de toda la carga que ha soportado
él ríe y su carcajada es en sordina
Flacos sus hombros suavemente se estremecen
Suavemente en sordina el carcaj de la risa
Se apoya en los visibles omóplatos libres ahora
De la evidente carga que ha llevado en la vida
Y ríen los dos en idisch
pero si desde el vano de la puerta
lo miro
mi tío se da vuelta despacito y me observa
sus anteojos y la frente un atajo pequeño donde verme
sonriendo suavemente a los ojos
Como quien dice sabía que eras vos
entre los omóplatos sé que sos vos
La curiosa y resistiré para que entiendas
Grandes sus manos, sus pies, la mandíbula y la gran frente
Fue la juvenil belleza de la familia
El único que iba a buscar a la madre
cada anochecer
a la parada del tranvía
Y la ayudaba a llegar a casa empujando
la vieja valija cuentenik cargada de percales, bramantes, gabardinas
¿acaso la viuda del sastre no sabría reconocer las necesidades en la casa
o el armario del ascendente ferroviario italiano?
Entraba en casa de todos, Fanny la misma siempre
Culta simpática educada conociendo el desamparo
En lengua ajena
Donde fueres haz lo que vieres
Incansable mujer joven no ha dejado foto
Sino hijos que apenas nombrarla rompen a llorar
La inconsolable ausencia y su estela de tristeza
Esa infancia estrecha como una camiseta que no cubre el ombligo
Gordas almohadas de pluma a veces hace volar, mi padre
contra nosotras sus hijas a la hora del quillonazo
pero esos son sucesos casi nocturnos
del domingo también
pero al cabo del largo día.
Ese momento único y desopilante
Tentador como una cosquilla
siempre termina igual
Las hijas tres salidas apenas del baño y el domingo cerca del punto final
Llega entonces mi joven padre a saludar y empieza así y así
El casi único juego que sabemos con él
Dar en el blanco
Vienen y van almohadones y almohadas
Y lado a lado sube calibre y puntería
Entonces finalmente se oye en el crescendo
De risas y exclamaciones un ruido abrupto
Y un silencio completo
Alguien llora herida la cabeza la nariz
Y un hipo de disculpas para la cara diecinueve
y entonces llega ella
Nuestra madre y se apaga la luz y lentamente
Comienza con voz cansada el relato extraordinario de Jasón el navegante
O Pegaso el blanco alado nacido de la sangre de la temible Gorgona
O aquel siempre cuento de Ulises al regreso solo por su viejo perro
conocido y la fiel nodriza que al lavarle los pies al peregrino
Le descubre las heridas nunca del todo cerradas
De aquel niño en el monte abandonado por un pastor adrede enviado
Para que no hubiera recuerdo o cruce en el hipotético futuro
Aquel cruce fatal de carreteras donde padre e hijo se encontraran
Y el joven quedara huérfano ignorante ensangrentado tras la lucha
Pero este es Telémaco, murmura mi madre en su ovillo
De palabras tecleadas en la siesta aprovechando la pausa de la casa
Cuando musical sus dedos en la lettera
meditan otra historia, más próxima e igualmente sangrienta
Con Rosas y Facundo y Sarmiento que fue Mitre
y profesores que suben y bajan
crujientes escaleras
académicas tomando notas en la profusa biblioteca
En la que anhelamos consistir
Y así, finalmente mientras la voz un hilo de mi madre
Vamos cayendo en sueños ni dulces ni adorables
Los sueños de crecer
Violentos y exaltados, bordes escarpados y manos tendidas
Que por su peso se deslizan hacia inexorable oscuridad
Y luego ella seguirá tecleando lo que piensa
altas horas la noche a solas
El único momento para paz y propia construcción
Sin hijas ni marido y tampoco madre
A solas pensar
un mundo de hombres en mujer
Cómo fue tu matrimonio preguntamos a dúo
ella en desmemoria ya
mil años después cuando todo es recuerdo casi pero no todavía
Apenas unas líneas casi imposible pronunciar
-¡Político!- no duda en responder
Rotunda es la respuesta
Y contra todo impedimento con gracia brilla
La que nunca cesó de iluminar de la locura el hueso
Siendo la violencia la marca fundacional de nuestra infancia
Esa mano que en el sueño se desliza inexorable
Más allá del alcance en perdición
Violencia de imágenes y catarata de voces
Si quiero rescatarte de la infinita caída
Allí está esa mano y la mirada inaccesible
Tierna y yéndose siempre más allá
La misma madre todas a cada cual la suya
Inseparable de lo que fuéramos a ser
Siempre extraña la vida que fue dada más después
Rotundamente retazos de retazos
mero retazo insuficiente milagrosa vida
La madre siempre sabe antes más
Deseo y decepción, la hija
¿otra mujer?
Y otra y otra más
Mientras decepción y deseo van tejiendo la firme entretela
– Con que te podrías colgar, Sino –
Si no fuera que
alumna de tu hermana
Sabés lo que es bordar y ya
no desesperás
Claudia Schvartz