Wallace Stevens / Actos poéticos

Wallace Stevens, (1879-1955).

Señor presidente, damas y caballeros:

La acción de entregar un reconocimiento académico a un poeta es en sí misma un acto poético. Por acto poético entiendo a cualquier actividad que sea una proyección de la poesía sobre la realidad. Otorgar una condecoración a un poeta, entonces, es un acto poético porque envuelve a todas las personas que participan del evento con al menos una idea sobre la poesía, y aunque sea por un momento las compromete con algo que no es de este mundo. Es como si abrieran una puerta y pasaran a otra dimensión llena de posibilidades desconocidas. En este momento podemos hacer de cuenta que lo desconocido es esta forma de entender a la poesía.

Vayamos a la idea de acto poético. Cuando vamos a la esquina a tomar el colectivo o cuando salimos a la calle a hacer mandados nuestras acciones son expeditivas. Sin embargo, cuando nos ponemos de acuerdo con algo que no necesariamente es una acción directa, o que haya que resolver rápidamente, el gesto ya no es sólo el de encontrarnos sino el de pasar a esa otra dimensión. Hacemos estas cosas a gran escala cuando vamos a la iglesia los domingos, cuando celebramos navidad o cuando hacemos los  preparativos para los últimos días de la cuaresma. En pascuas la idea de lo que llamamos porvenir invade y revitaliza este mundo presente. Tanto es así, que los domingos de pascuas parecería tener dos soles en un solo día: el primer sol marca el final del invierno y el segundo da la luminosidad del futuro.

De todos modos, también encontramos actos poéticos en acontecimientos mínimos y cotidianos, por ejemplo cuando miramos fotos de alguien que ya no está o cuando le escribimos una carta a una persona que está lejos, o incluso cuando imaginamos ficciones remotas como hizo Virgilio en las últimas líneas de las Geórgicas al pensar en César y en que, mientras él estaba escribiendo, el gran César disparaba flechas y peleaba en el Éufrates.

Este último ejemplo es la representación de uno de los lugares comunes de la añoranza. Así como a lo lejos la atmósfera envuelve los objetos con una profundidad azulada, también los actos poéticos suavizan las puntas de la experiencia y transforma las imágenes. Lo real es constantemente sumergido por esta densidad. Quiero asegurarme que entiendan que hablo de cosas concretas, no de algo que es puramente inmaterial, y por ese motivo agrego uno o dos ejemplos sobre cuestiones recientes. Uno puede pensar en la vida de la gente rica como un acto poético ya sea con agrado o desagrado y lo mismo se puede hacer sobre la vida de los pobres. Para la mayor parte de nosotros, quienes no estamos en ninguno de esos dos extremos, la realidad de los ricos y de los pobres está fuera de nuestro mundo y por eso se podría pensar que la economía de un país es también una economía poética. Es también un acto poético la idea de unirse al ejército para millones de hombres y mujeres porque representa una decisión que implica un alejamiento de lo cotidiano, un impulso hacia emociones y necesidades que no se ven en el nivel corriente de la vida. La actividad de eso que está más allá de lo tangible, es decir, la acción de la poesía en nuestras vidas cotidianas, se parecería a una alucinación. Tener conciencia de esta forma de la poesía puede darle otra textura a nuestra vida, aunque nunca podría falsificarla.

La pregunta que nos tenemos que hacer tiene que ver con la importancia de los actos poéticos, ¿por qué es importante reflexionar sobre ellos? Pienso en esto en relación con el valor y las razones que movilizan al poeta a hacer poesía. Por lo general a los poetas nos asocian con las palabras, no con las acciones. También, por lo general, las palabras encuentran su fuerza en la imaginación o, a lo sumo, con ayuda de la realidad. Entonces el poeta se encuentra entre dos fuentes: la imaginación y la realidad. La imaginación es lo ficticio, aunque pueda discutirse de muchos modos, y la realidad es lo material. Si entendemos que la poesía es un asunto de vital importancia, el poeta se involucra con la realidad y ella se convierte en su eterna musa y dificultad. La imaginación, aunque podría dirigir al poeta hacia ideas más allá de las conocidas, por sí sola nunca encuentra caminos salvo en pocas excepciones. Al conocer el mundo natural, la imaginación permanece disponible para él como a todos los demás. Cuando se comprende esta sensibilidad, se obtiene un sentido directriz y un modo puntual de entender las cosas. Se convierte en una persona que puede ver y alcanzar con su mano todo lo que quiera: este es el hechizo que tiene un poema de verdad. La potencia de los actos poéticos entonces reside en esta prueba que convierte hechos corrientes en iluminaciones. Son luces sobre un relieve, algo que le da movimiento al planeta.  Al final, se trata de una manera de comprometerse con la vida. Es ese milagro sobre el cual las convicciones de los poetas se atan a las cosas del mundo.

Quise retratar en unas pocas palabras el modo en el que el poeta sigue este camino para escribir y traté de señalar que la necesidad de seguir el mismo trayecto es necesaria a su forma de ser y, al menos para esta generación, también es una forma de atravesar estos tiempos. Eso es todo, estoy feliz de recibir el título que de forma generosa me han entregado. Es un honor y agradezco su cortesía así como también la hospitalidad de la universidad.

Wallace Stevens recibe un título honoris causa en la Universidad de Bard”
(Publicado en The Bardian, abril de 1951)

Traducción: Eric Hernán Hirschfeld
Ph / Wallace Stevens

The Emperor of Ice- Cream ( El emperador del helado) leído por Tom O’ Bedlam