El espíritu solipsista (II) / Claudio Martyniuk

Asombros

¿Por qué demasiado una persona?

¿Esta y no otra? ¿Y qué hago yo aquí?

¿Un día que es martes? ¿En casa y no en un nido?

¿En piel y no en una cáscara? ¿Con un rostro y no una hoja?

¿Por qué sólo una vez personalmente?

¿Precisamente en la tierra? ¿Junto a la pequeña estrella?

¿Después de tantas eras de ausencia?

Wislawa Szymborska, «Asombro”

Acaso reverso del asombro: la necesidad es tautológica. Otro asombro, la lógica. El asombro es contingente y plural. Una contingencia: el esclarecimiento de la necesidad.

Todo lo que vemos podría ser diferente de lo que es.
Ludwig Wittgenstein, Tractatus, 5.634

Aristóteles en Wittgenstein. El objeto es esto: es la sustancia, lo que existe independientemente de lo que acontece, es lo que no es un hecho, lo que no es parte del mundo (el mundo, en el Tractatus, es todo lo que acontece, es la totalidad de los hechos, y es contingente).  Es lo supuesto en la figuración lingüística, lo supuesto en cualquier hecho del mundo. El sujeto es también eso. Y así se da el límite al mundo. Y así, de eso indecible se da la representación.

El don de ver las cosas como si fuera la primera vez. Sentir al mundo como un todo limitado. Ante ese límite, el asombro.

En sus conversaciones con Moritz Schlick, tomadas taquigráficamente por Friedrich Waismann,   Wittgenstein se detiene ante el asombro:

Piensen, por ejemplo, en el asombro porque algo exista. Este asombro no puede ser expresado en forma de una pregunta, ni hay tampoco respuesta para él. Todo lo que podemos decir sobre él sólo puede ser, a priori, un sinsentido. Con todo, chocamos contra los límites del lenguaje. Esto también lo vio Kierkegaard y lo indicó, de un modo enteramente similar, como chocar contra la paradoja. Este chocar contra los límites del lenguaje es la ética.

Aquí están los límites. Una obra de singularidad impropia. Por eso mismo abstracta. Sencilla y precisa. Un ensayo pobre: filosofía pobre, contra la miseria, contra la opulencia. Un cuaderno escrito, apenas es.

El lenguaje acompaña al mundo.
Ludwig Wittgenstein (en Ludwig Wittgenstein y el Círculo de Viena)

Una idea, la crítica: la distancia justa, náufraga en el continuum espacio-temporal. Tiempo, espacio e intervención justos, ajustados desde los reversos de los límites: negatividades. Es, apenas sentir. El instante en fuga, el grito al silencio.

Esto es en la escritura y en la lectura: la recepción, puntuación, adscripción final de forma.

El texto ha sido escrito. En este tejido espacial se halla entretejida la temporalidad de la lectura:

Cuando se lee demasiado de prisa o demasiado despacio no se entiende nada.
Pascal, Pensamientos, II, 69

La acción. Pasear por una galería de cuadros, recorrer un museo, abrir las cajas de un archivo, traspasar el umbral de un sótano: aquí es el libro.  Y la mayoría de las proposiciones, líneas tras líneas, quedan en la indiferencia. Quizás se salve algo de lo expuesto, un descubrimiento, una fugaz imagen o iluminación (una u otra asimetría, un desenfoque). Y vacío. La indiferencia valorativa que nivela toda la red proposicional.

Hasta la música no puede

Atracción y expulsión de un campo de fuerza sublime, búsqueda y testeo del afuera. Insumisión, apasionamiento que deviene espíritu, acción que se hace idea, fervor sentimental que alienta esperas, intempestiva poetización del instante, intensidad que estalla la regularidad. Acaso sea una mirada, un modo de contemplar las cosas que se aparta de aquel otro, una especie de eternidad que envuelve lo fugaz y crea un aura persistente, próximo a lo irreductible. Claro, la fugacidad se hace eterna tras la reminiscencia y el pensamiento de esa sensación, multiplicación de la fugacidad, de una eternidad que acopla temporalidades esquivas.  Fugacidad eterna, musical.  Ilusión, forma, ficción ante el silencio.

Platónicas

Una visión de Sócrates: un cisne joven se posó sobre sus rodillas y luego voló a costas hermosas, armoniosas. Al día siguiente Platón se le presentó por primera vez. Sócrates dijo: “He aquí el cisne”.

Justo medio. Para Aristóteles, el estilo de Platón se hallaba entre la poesía y la prosa.

Escribir. Alinear proposiciones, como si esa dirección brindara alguna claridad.

Lo escrito despierta reminiscencias en aquel que conoce lo escrito.

Pintar, después de traspasar lo escrito, figurar, montar imágenes.

Sócrates. Un hombre peligroso: buscó develar los misterios del cielo y de la tierra. En su proceso habló como un extranjero.

La sabiduría reflexiva ante lo no sabido, suelo del rechazo al dogmatismo, ese adormecimiento. 

Olvido, caducidad de la sensibilidad. Perder aquel bello amanecer. Abandonar la desgracia. La dirección opuesta: rememorar. Enseñar lo recordado, abrir y compartir un álbum familiar. 

En efecto, todo lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar.
Platón, Menón

Traer a la memoria, con confianza, superar así el momento de no saber. Indagar lo que no se sabe, un deber. Hacerlo con otro (Sócrates a Menón: ¿Quieres que averigüemos juntos lo que es la virtud?).

El deseo irrealizable: que la sabiduría fuese una cosa que pudiese pasar de un espíritu a otro cuando dos personas están en contacto (Platón, El Banquete). Mostrar, enseñar que aprender es recordar, cuidando el hilo del dar y el recibir, 

… porque saber, ¿es otra cosa que conservar la ciencia, que se ha recibido, y no perderla?, y olvidar, ¿no es perder la ciencia que se tenía antes?
Platón, Fedón

Reminiscencia, recobrar la ciencia que se tenía. Aprender no es más que recordar. Y es también más. Mostrar qué más se puede pensar, y escribir qué más es posible leer y hacer. Y persistir en la interrogación:  ¿Qué enseñar? ¿Cómo reconocer un maestro?

Aferrarse

No sabemos qué necesitamos saber. Los mandatos prosiguen: conócete a ti mismo; conoce el universo. Fatiga elaborar interrogantes y buscar responderlos. Y revolucionar la vida. Perderse en el laberinto oceánico de la información. Alejarse en la dispersión propia. Detenerse, quizás, en el conocimiento de las ciencias naturales, que proporcionan el conocimiento más fiable del mundo (Quine). Esas ciencias, que parecen no detenerse. 

Saber penetrar las cosas. Aprender de la mudez de la naturaleza. No se sabe qué se experimenta. Las percepciones no son claras. Acaso las estrellas miran hacia abajo (A. J. Cronin), y la muchacha Tracia, con su risa, enseña aquello que Tales, con su actitud teórica, omitió. Y sentir la revelación de un misterio tremendo y fascinante,  la clave de una cosmología mística, quizás el eterno retorno de las catástrofes (Blanqui,  encerrado, iluminado: La eternidad por los astros). 

Mil destrucciones de hombres han tenido lugar y de mil maneras, y se repetirán aún, las mayores por el fuego y el agua, y las menores mediante una infinidad de causas.
Platón, Timeo

Conocer, figurar, sintetizar. La Vía Láctea, en un mapa de mil setecientas millones de estrellas visibles; saber que representa una parte de las estrellas que existen, que se estiman entre cien mil millones y cuatrocientos mil millones. Trazar puntos de un océano de llamas.

Las manos de Glenn Gould obedecen a Bach. Poseído por una ninfa, sigue y realiza la música. Que eso sea: lo místico y la experiencia del asombro. Que sea la música de la voluntad. Y en el silencio sustancial,  teclas y clavijas se resquebrajan.

El silencio de los espacios infinitos me aterra.
Pascal

No hay visión de la llanura de la verdad. En el aplanamiento, en la turbación, ese querer hablar no solo de lo justo, lo bueno, lo bello, también de la santidad, la grandeza, la fuerza, la esencia de todas las cosas.

Una imagen de las cosas del cielo. Agujero negro. No alivia la imaginación. Falta en el lenguaje.

Es fácil inventar palabras, pero con ellas no puedo pensar nada.
Ludwig Wittgenstein (en Ludwig Wittgenstein y el Círculo de Viena)

Desolación ante lo que no puede contemplarse. Y la gravedad de las palabras de lo impensable. La belleza, la bondad, la justicia se han opacado y restan imágenes eclipsadas. Una nada de invención. Asombra que tal desolación sea ya natural. Quizás una futura nostalgia, esa otra contingencia, asombre.

La ansiedad no da alas

Vida dañada. Se ha perdido la esfera celeste en el mundo sublunar. Las tumbas en el aire: se ha perdido la esfera celeste en el mundo supra lunar. Y la pretensión de enseñar el ser de los seres.

Expuestos al modelado, entre arcos de reconocimiento y el arte de excitar a la compasión pasando de semejanza en semejanza. El enseñar hábitos de resignación, la práctica de la obediencia escondida en disturbios. Sin que despierte de la sombra el despertar. Pedagogía zombi.

El pensamiento se parece al boletín escolar.

Límites del lenguaje, límites de la sensibilidad: preparar la apertura de esos límites, la tarea de los maestros. Y persistir en el cuidado, en la atención.

Porque cuando vean que pueden aprender muchas cosas sin maestros, se tendrán ya por sabios, y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insoportables en el comercio de la vida.
Platón, Fedro

Purificar. No se trata de sutilizar. Ayudar a que el pensamiento se aleje de lo que no existe (o que existe en ciertos contextos, como en otros contextos el ser no es).

¿Pero qué se expresa cuando se dice “ser”? ¿Se lo debería tener sabido muy de antemano? Acaso cada afirmación que cargue con el ser porte también su reverso, pero ¿cómo ponerlo en evidencia?

Quizás no sabemos más sobre el ser que sobre el no-ser.
Platón, El Sofista

Los géneros se penetran, lo otro, no-ser, participa como un género entre los restantes, esparcido entre los seres, en el lenguaje.

Es preciso que nos entendamos sobre la naturaleza del lenguaje.
Platón, El Sofista

Opaco el soplo que el alma exhala, espectro que expresa matices, luces quebradas que sorprenden mostrando algo nuevo. Las imágenes del lenguaje, el imaginar un lenguaje, hacen al mundo (que no es sustancia).

… nosotros, todos los animales, los elementos de las cosas, el fuego, el agua y todos los seres análogos a estas cosas, todo, ya lo sabemos, van acompañados de imágenes, que no son ellas …
Platón, El Sofista

Deseo de unidad

Una visión de Empédocles: la Tierra rodeada por un torbellino. Así, el mundo. Así, el microcosmos.

Confinados, creyendo habitar en lo alto, viendo el cielo creyendo que es el cielo. El mandato platónico: ¡Debemos elevarnos! (Fedón). Elevarnos, para conocer (cielo, luz y tierra). Mirar la tierra, el suelo y el horizonte, mirar la vida y la sociedad desde un punto de vista elevado.

¿Acaso la sabiduría sea un sueño? Y el péndulo busca serenidad y ansía lo diferente.

Platón, en El Banquete, pone en boca de Diótima la tesis antifilosófica: el que es sabio no filosofa.

La teoría carece de valor; la teoría no me da nada.
Ludwig Wittgenstein (en Ludwig Wittgenstein y el Círculo de Viena)

El tiempo arde

Futuro y pasado, bordes de lo ignorado. Quedan inexactos, como sin ser, pero deben ser.

El deber carece de sentido físico, pero se agitan cuerpos al invocarlo, se quiebra la uniformidad.  Entre agitaciones y emanaciones, promesas de la pasión. Hay deber donde no reina la uniformidad. El deber hace mover.

Donde reina la uniformidad, no puede haber movimiento.
Platón, Timeo

Uniformidad: todo lo que sucede es insignificante, salvo la eternidad de lo que es.  Tras las sombras movedizas, la belleza del cielo del platonismo.

Bosques azules de sensaciones azules dan forma a una claridad azul.

La arrogancia aleja el asombro.

En la médula del mundo, el dolor del tiempo. En las cosas del cielo, el azul que se oscurece.

Inclinados allá, en la categorización. Desajuste, exceso, equilibrios espectrales. Y lo que alcanza la conciencia reflexiva, en los bordes del ojo que ve el sol, sin acceso directo al sol, con oscuridad ante el ojo. Entre puntos negros, el imaginar de la clarificación.

En el oleaje de las pasiones, el oscilar que excita y apacigua sentimientos,  sensaciones que muestran, aún más acá de toda experiencia, reversos de lo trascendental. Quizás ahí, en ese límite de lo estético, también sea lo místico. Es, en ese torbellino.

Claudio Martyniuk

Ph / Gego (Gertrud Goldschmidt), 12 círculos concéntricos (12 Concentric Circles), 1957. Aluminum and paint. Private collection. © Fundación Gego. Photo: Tasnadi, courtesy Archivo Fundación Gego