Yo soy el «Judío errante».
Eterna mi diáspora.
Sin casa y con los bártulos…
y encima
la cruz.
Ser puto y ser Eva Perón es lo mismo Sra.
le decía Paquito Jamandreu.
No le gusta trabajar.
Es un niño, un inmaduro; solo le gusta vivir.
Piensa que tiene todo por decir
cree que nadie lo entenderá
y le gusta.
Tiene fe, dijo sí!
y se deja llevar
burbuja de una corriente.
Ya no puedo accionar, merodeo.
Y en todas partes crece lo intolerable.
Ladro para mantenerlos a distancia.
Se tapan los ojos para que no los enceguezca.
No se dejan.
Un maestro. Hidalgo campesino, contrabandista ideológico.
Asombro y palidecer.
Cómo un amanecer.
Camino la tarde escucho
un concierto continuamente interrumpido
interferencias.
de súbito.
Iluminada por el sol tardío veo
la cúpula blanca de San Carlos.
Y me doy cuenta donde estoy.
Muerto de hermosura. En su gloria no cabían más adornos.
Nos alimentamos de su cadáver.
Putrefacción del cuerpo antropomórfico de Dios.
Cosas bellas: la quietud, el detenimiento, la pausa,
la paz que precede a la tormenta,
el bochorno de las siestas nubladas de verano, la lentitud,
lo que no tiene necesidad de explicarse, la serenidad,
los vientos suaves, el silencio.
Cosas temibles: el poder destructor del conjunto.
Esa mujer que me manchó el poncho,
me lo manchó para siempre con tinta de la China.
Hay una paz que no logro recuperar.
El sol de la Tuñín es casi castellano.
Nico y la Velvet me endulzan el oído.
Mañanas de café en mesas iluminadas.
Nada que hacer.
Ni triste ni apagado, alegremente sobrio.
La Santa madrecita se ha tornado irrespirable.
Polonia ya no es católica y su Iglesia ha perdido seriedad.
(Todos los padres con guitarrita.)
Su invierno terminará por vencerme si no me voy.
Triunfo de su invierno ruso.
Desconchada que me descobijas.
Calentita la cárcel, mi manicomio,
donde me gano el pan del cielo,
llueve todo llueve,
(el alma es un trapo empapado)
y hay un país y una forma de vivir que se derrumban.
Millones de personas entre los escombros
de una sociedad implosionada.
Me crucé un ciudadano y me pareció verle grilletes.
Veo morir sus almas sin remedio,
más cercanos al suelo que al cielo.
Abundan los rastreros, los miserables
y también los locos mal
y los violentos
y llueve mucho, todo llueve.
No hay árbol que muera en pié.
Todo el día de hoy produjo:
35 pesos
y tres líneas.
Amaneceres porteños los pájaros empiezan a cantar,
todos juntos,
a las cinco en punto de la mañana.
Ustedes son el cuerpo de Hitler.
Ustedes son el cuerpo de Videla.
Ustedes tienen necesidad de gas.
Camino por la ciudad en soledad poblada.
Por entre casas donde los locos desesperan
tomando pastillas
detrás de ventanas enrejadas.
No precipito, persigo el llano.
Persisto en la meseta.
Alguna vez caigo me elevo. Vuelvo.
Después de comer prepara café. Ayuna y toma pastillas.
A la tarde se irá al parque, a sentarse frente a la morera.
El poeta busca trabajo.
Trabajando solo se aprende a trabajar le dije yo.
Y dignifica sólo al Papa que reza y viaja.
En el bien pensar se fundamenta el estado de las cosas.
Almitas bellas.
Ven la dignidad como un alarde de orgullo
como una afrenta.
En pampa se dice: chupaculismo.
El jardín de un nómade es el alma del guerrero.
No quisiera olvidar que alguna vez el hombre sintió a Dios
como inmanencia.
En esos términos incluso yo podría creer.
Ser un atleta del cuerpo y del espíritu.
Contemplar la visión.
El grupo es cosa de animales.
Yo sé,
que mi responsabilidad (animal) con mi grupo
es que yo pueda ser solo.
Perdido en la antesala de la biblioteca.
Truena antiprímula. Arrasa tanto pétalo y mariposa.
Estaba clarísima la noche.
Para alejarme de ustedes para que me busquen para que se escuchen a sí mismos,
cuando la música y el recuerdo se les unan.
El idioma es mío. Para que no me entendieran
se entablaba la partida.
Me descomprometo de todos ustedes.
Hagan lo que quieran.
Yo por mi parte me comprometo a lo mismo.
Riqueza de mi pobreza.
Alegría de la tristeza.
Risa de mi seriedad.
Es un generoso egoísmo
feroz.
Feliz el que se queda en paz con la paradoja.
Sabe jugar y tomar la leche.
Y el que no quiera entenderlo todo.
El alegre, el embriagado, el uno.
Benditos mis amigos.
Y el que comprenda que el velo es necesario.
Nos quieren acostumbrar al miedo estos hijos de puta.
Toco la música de mis ideas. Tecleo que es «te creo»
en mandarín antiguo.
No querían reforma agraria
y defendían a muerte
la propiedad privada,
a muerte, (y a tortura); porque decían
que iban a quitarles hasta la mesa donde comer.
Y fueron los ricos los que nos quitaron todo. Quedó la mesa y menos,
y un ejército de muertos de hambre.
Y el peligro y la verguenza.
No adornar. Embellecer es otra cosa.
Yo no perdono, pero me olvido.
Me duele la espalda, justo ahí donde debiera tener alas.
Vacío del tiempo.
Aburrimiento de cuarto de hotel.
Te convoco.
Es mi naturaleza (muerta).
Las cosas, los objetos,
son porque están,
llenos de mí.
Miro la fronda desde abajo,
veo el verde luminoso de las hojas transparentes a la luz.
Qué lejos, cuánta distancia,
entre yo y mí mismo,
o mí propio, y ya somos tres.
Hoy no saldré de aquí hasta que el sol se acabe.
Triste el invierno y recién empieza,
(en cualquier lugar se está lejos de alguien).
Cómo esas mujeres rusas que en el Retiro los domingos cantan como llorando,
armónicos aullidos de perras dolientes
a oídos de la santa madrecita
y de sus lobos,
por las estepas.
Busco perro que me ladre puse en el cartel
pero nadie atendió,
nadie capaz de comprender.
Conspiro por el triunfo del alma puse en otro
para fundar mi célula de conspirar,
nadie entendió.
Nadie quiere salir todos quieren entrar.
Corto ha sido el goce de tus ojos, mi juventud,
una mirada fugaz que apenas pude captar
y que me dejó cegado.
Nada ocurre
que de esta nada me evada,
no hay nave,
ni ave
ni vela
que llevarme pueda.
Mojada mi espalda chorrea.
Mi poncho empapado
mi pesado abrigo de frio.
Si me mata quién le hospedará?
No podrá vivir de mi carne muerta.
En Curuzú Cuatiá mamá envejece entre perfumes.
Glicinas y madreselvas,
jazmines del Paraguay.
Mi soledad tan poblada.
Hago amigos por todos los mundos.
Incluso en el abismo.
Me susurran al oído: su contrabando.
Que hago yo entre estos,
que tienen tanto entusiasmo por lo nuevo?
No quieren pensar son todo sentidos.
(Andaban como endrogados)
No saben que al fin lo puro carece de sabor.
A ésta cháchara le falta concepto.
Tienen mucho que rumiar.
He salvado el día: dos líneas.
Choto bajo el peral
bien sentado erguida la espalda.
Bajo el peral
choto también, de cara a la pared.
Literaturat et vanguardiát.
No les hablo
voy a despistarlos
permanezco silencioso en el gimnasio
ellos creen que soy altivo
(ellos, los belgas )
yo solo soy, silencioso.
Del lado de los malditos, de su lado.
Ha llegado el invierno y su tristeza
lluvia, ventanas enrejadas.
Este año hay mejor casa y más calor.
Ojalá dure.
Sé de uno que decía:
cómo puede estar tan sólo con tanta vida interior.
Necesito tiempo! tiempo!
y el tiempo es del patrón.
El vacío del tiempo,
aburrimiento de cuarto de hotel.
Te convoco.
Ella decía: mi casa tiende a la tristeza y tenía razón,
y al aburrimiento.
Eran ondas las raíces de Occidente. Me despertaba.
Me entregué con gozo a las bellezas silvestres
del subproletariado urbano.
Convertido en comunista: el reino de Dios aquí y ahora.
(remotos tambores del Guayrá)
Ah! por un advenimiento.
Devaneos divinos a los que me entregaba,
una Santa Teresa de Bernini, laxa, liviana, sin sostenes.
Yo era artista no sabía trabajar
cualquier hora perdida fuera de mí mismo era mi drama.
Por quererlo lo pretendo todo y si no, no quiero nada.
Crecía mi almita como gramínea por entre los adoquines y gustaba del asfalto su sabor caliente, amargo.
Me bebí el trago con más gusto que perro sin collar y andaba meneando el rabo de aquí para allá.
Vi cosas extraordinarias. Gentes que buscaban gente
gente perdida gente clamando gente
para sus casas para sus ideas, gente de dolores.
Y hoy he sido condenado
a vivir entre gente que llama a las cosas por su nombre
no como nosotros que rodeamos
nadamos en un mar merodeamos y sin seguridades categóricas mas bien
le definimos un contorno para que encaje la visión.
Ah! sí, dijo despertando. Y por supuesto, no entendió nada.
Nada pasa desapercibido para el que huye de las grandes teorías.
Sobre todo del sentido común.
Dolor veo mucho, demasiado
y sobre todo misterio y estupidez.
Dos años reconstruyendo un mundo
encontrando una música.
Para sentarme
por fin sólo.
En la foto ella miraba al futuro y yo cerraba los ojos
para ver a través suyo.
Buscaba ya mi visión en los ojos de los otros.
También buscaba en los libros la visión de los antiguos
otros mundos
que yo tenía a la fuerza que tener uno.
Sentía verdadero placer en cerrar los ojos.
Los inmensos sufrimientos de los pobres a lo largo de la historia.
Carne de perro.
Varón de Dolores.
Yo soy la noche.
Siempre fue necesaria la paz para la prosperidad y la riqueza.
Ahora parece que no.
Hay raras noches en que toco el Cielo.
Por un oído Purcell y por el otro la Velvet con Nico.
Finales de verano. Tarde nublada en Madrid.
Sábados desiertos de agosto.
Música para siempre.
El Retiro es el patio de Entre Ríos un sábado lluvioso
por la tarde.
No es tanta la distancia como la lejanía.
Un océano que es un abismo
una tierra que es una grieta.
No es otro idioma es otra lengua.
Sabía de donde copiar el viejo,
patios de Andalucía
multiplicado en exhuberancias tropicales.
Mi paz, verdes luminosos,
atardeceres sobrenaturales.
Hora fatal en que los brazos de la muerte,
como boa constrictora vaciaron su cadáver
secaron su cuerpo,
lo deshabitaron.
A la luz del día tengo ventana, sol y papel en blanco.
Para qué? Para que me oigan..? Para que se enteren..?
Para decirte al oído mi contrabando.
Mañanas de sol tardes de lectura, música
pisos de madera,
tacitas pequeñas donde tomamos café
sorbidas, susurradas.
Fumando, fumando espero
que me hables, saques tema, cambies de conversación
a que ejerzas poder sobre mí.
Si lo único que quiero es que de mí te ocupes.
Porque te quiero
por supuesto:
por el percal.
Obra de hombres hechos dioses
para el dios hecho hombre.
En la cúpula de la Sacristía el poder de la Iglesia es exaltado.
Todo el poder a los santos y a los sabios.
Si fuera así no me opondría a que reinasen.
Semejante belleza sería el Cielo para ellos,
y los atardeceres de otoño en Madrid.
Algo habrá de verdadero en una religión capaz de generar tanta espiritualidad y arte.
O será la enfermedad?
Declina la luz en mi ventana a eso de la una de la tarde
en invierno el sol es corto
y la calle estrecha.
Siempre habrá un hueco para vos en mi Torre de Cristal.
Pobrecitos nosotros personajes de este sueño.
Me abrió las nalgas de su corazón y ahí nomás lo atravesé lo empalé de amor.
Mi certera flecha le desgarró los interiores.
En la plazoleta de Luigi Bocherini
el sol se esconde por detrás de Madrid.
Y un farol certero
y un farol certero…
(no, eso era allá…en Caucumelén)
iluminó su faz
su broncínea piel.
Porque los hombres no permiten
que las sombras le ensombrezcan.
Toda luz para él
toda su luz le sea devuelta.
Goya pintó el cielo
y lo dejó ahí, apagándose
con la lentitud de una vida que se va.
El día tiene su fin.
Las gentes vuelven a sus casas en coches con luces de colores.
Verdes y rojas sobre la calle azul.
Esta mañana vi Guernica, me metí dentro.
A grandes pasos por un túnel de dolor oscuro.
Había una lámpara que brillaba poco.
La tragedia me rodeaba y los tumores y el llanto
y el rechinar de dientes de la Humanidad.
Había un toro que bufaba su desesperanza y un caballo
desbocado de angustia.
Un caldero donde se cuece un caldo espeso
marmita salamanqueña,
fuego en los huesos hechos tizones
restos de la hoguera de un Auto de Fe.
Se guisa una España negra
que abreva en la pus de Felipe II
moribundo, las sábanas sin cambiar
el Rey mirando al altar
incienso disimulando el olor de la podre.
Por fin la Navidad apagará sus luces para verle la cara oscura.
La normal la de todos los días la gris
la que no tiene brillo.
Diáfana luz que sale y se pone
que brilla cuando la penetran.
Y por fin la monotonía, la mínima para la tranquilidad.
Y al fin otra vez cansarse y abandonar, otra vez.
El camarero más joven es bello y cierra los ojos en un tic negándose a la admiración.
Su nuca es un capitel.
Me mira de reojo y anota
yo anoto que ella me mira de reojo y anota.
Nos robamos con generosidad. Actúo para ella..
Para su obra de arte.
Sabor de vino de mesa mezclado con naranjas.
Así saben los mediodías de otoño.
Anoto para recordar que he vivido.
Y no me fijo tanto en el momento
como en la impresión escurridiza.
Esta tarde voy a vestirme de negro y dejaré
que la oscuridad de España me enceguezca.
Voy a ver a Dios morir y a las Vírgenes llorar
(lagrimitas de cristal).
Y voy a unir mi voz al populacho para gritarles:
Cómo se puede ser tan guapa y sufrir tanto?!
Damitas de Elche.
Pachamamas desesperadas de dolor.
Polen rojo de todos los claveles españoles.
Jesús del Gran Poder, hoy perdido,
agita su melena al viento como un marica andaluz.
La sangre brilla sobre el terciopelo.
Siglos tratando de darle a Dios
la gloria que no tuvo en vida
El hombre que se hizo Dios desterrado al Cielo.
Dios es el nombre del Misterio.
Las columnas de esa catedral no eran rectas
eran palmeras que la brisa del espíritu inclinaba.
La Voluntad Originaria sigue, aún dispersa;
integra en cada una de sus partes.
Cómo una lámpara!
Bebía para desdoblarse y poder hablar consigo mismo.
Encontraba la soledad y la poesía. Traducía la tristeza.
Se complacía en la visión.
Se acordaba de su padre cuando se emborrachaba
y él no entendía para qué.
Una caracola acecha y huele.
Se concentra en el aroma que despide la Vida y la devora.
Un veneno que puede acabar hasta con siete humanos.
Los antiguos dioses han partido al exilio
incineradas sus efigies en públicas hogueras
expuestos en el Humilladero.
Alas seccionadas en largos rituales religiosos
con todo el fasto teatral de su política.
Devastadores fuegos en los encinares.
Escribo para estar solo.
El último sol sobre la rosa
arroja,
la sagrada regla del ciruelo
mi sombra sobre las hojas,
la tardecita.
Asisto a mi demolición.
Hay algo en mí que permanece ajeno a tales avatares.
Asisten con indiferencia a su condena social.
Eligen democráticamente a los verdugos.
Con forceps estiran las conciencias
para que nada resulte intolerable.
Anoto, noto lo imperceptible y doy fe.
Como un poeta loco envuelto en las volutas del humo
cancerígeno.
Ya no dejan ni desafiar a la muerte
que danza blanca en el humo mortal.
Algo se anda enredando:
vigilancia para poder ver.
Ver llover en el Pasaje Lezica en la pensión.
Es la cortada el farol y el zaguán
y la tristeza de un domingo por la tarde.
En la cercanía un tren arrastra su quejumbroso cuerpo
y un gato maúlla sin parar.
El agua con desparpajo escandaliza la tarde.
Que la Montaña sea clemente conmigo
que al fin y al cabo solo persigo una rosa.
Por los márgenes anda la Vida.
La Madre africana cantaba esta tarde en el Retiro.
La Diosa se ofrendaba y sus tetas bamboleaban de alegría.
El platanal y la calle conocida
que no me olvide el habla nuestra.
Vidalita que tuve y que perdí,
los amigos son gente que no está.
Sus interminables cafecitos bebidos a sorbos
en tazas como un dedal.
Pájara que bebe la gota negra
y la gota gorda que Suda
la del Sur.
Allí se habla de profundidades.
Inmensas catedrales en la soledad de la Pampa bárbara.
De qué son los huesos marrones de Colonia,
de que ladrido enorme los vestigios,
lobos, elefantes, ballenatos,
manatíes de la sangría se desparraman fósiles,
en las costas blancas del Oriente.
País puto! País torcido!
Vociferaba el polaco,
y nadie le daba bola.
Vi con serenidad como a mi alrededor todo se desmoronaba.
Recorrí la respetable calle del Asqueado.
Reclamo a la existencia mi Al Andalus personal
mi Alhambra.
Que le cuesta a la vida regalarme este silencio?
Aquí yo dejaría por fin, que el mundo me olvidase.
Leo «La Duquesa de Padua»
detrás de cristales empañados.
El gran Duque, como uno de aquello ricos sureños,
destila ponzoña.
Cosas que no pude hacer:
ver el mundo desde la puerta del rancho.
Recupero la soledad y el gran anonimato de la gran ciudad.
Busco la paz y la sigo.
Sé muy bien lo que me espera
pero deleito mis ojos en el mundo.
Quizá logre la máxima hazaña.
Entre el pasado y el futuro: el filo de la espada.
Hay quienes hacen carrera.
Y quienes buscan El Conocimiento.
Néstor Torres, Madrid 2024
Ph / Mano, Hiroshi Hamaya, 1932