Gaspara Stampa / Alda Merini

Una vez dije haber conocido a Gaspara Stampa y me tomaron por loca. Ahora digo que Gaspara Stampa soy yo, soy yo aquella pobre y retógrada condesa, la gran poeta que se sintió traicionada y que murió de amor. Uso sus mismas estrofas, soy dueña de sus mismos lamentos. 
Por cierto, algunos médicos creen que la reencarnación es posible. El propio Raboni habla de una voz secular de los siglos.
El conde Collatino, quien la injurió y además la traicionó, es una horrenda figura del Cinquecento. Como también lo es aquella figura del malvado Egidio que obligaba a la monja de Monza [1] – quien se había enamorado perdidamente de él- a someterse a su voluntad, haciendo estrago de un alma miserable que se salva al pedir que la empareden viva.
Gracias a eso, la monja Gertrude es liberada del peso de sus pecados, de la soga terrible de su propia misantropía y Lucía encuentra a su enamorado después de diez años de «manicomio».
Hoy día esa horrenda mujer de dura cérvix sigue viva. es la que corta las alas a los enamorados y cuyo nombre no se puede pronunciar, ya que se castiga con la muerte.
Alda Merini, Delito de vida (Fragmento) / Edición de Luisella Veroli, 2018, Vaso Roto Umbrales
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