El hombre más poderoso del mundo / Luis Thonis

¿Cuál es el hombre más poderoso del mundo?, se preguntó un día. ¿Alguno de los multimillonarios? No: algunos eran extremadamente avaros y vivían torturados por perder un solo peso y otros eran hombres comunes que luego de haber logrado su fortuna no cambiaban la vida austera que habían llevado antes, incluso donaban lo que ganaban, como había leído en unas entrevistas de Joyce Carol Oates a millonarios norteamericanos. ¿Un dictador de tipo chaplinesco como el norcoreano Kim Jong Un que tiene todo el poder sobre la vida de sus súbditos, además de armas nucleares con las que de cuando en cuando practica chantaje nuclear para conseguir víveres para él y su elite siguiendo el ejemplo de su padre? Tampoco era totalmente poderoso: vivía en la paranoia constante del perseguidor que se dice perseguido.

La semblanza del hombre más poderoso del mundo la encontró en las cartas de Clive Staples Lewis, el amigo de J.R. R. Tolkien que instruía a los misioneros en el deseo de cosas vagas e inexistentes para alejarlos de todo placer real: “El hombre que goza de una sola cosa en el mundo ya está armado contra nuestros más sutiles ataques. Conozco el caso de un hombre que está inmunizado contra las tentaciones de la ambición merced a una pasión más dominante todavía, que son las vísceras de los pájaros”.

Le pareció un modelo a seguir pero no logró que lo apasionaran las vísceras de tales seres alados. Lo apasionaba el ajedrez pero podía ser vapuleado por un jugador profesional. Su elección no pudo ser más demente: la sustituyó por el gusto de las mujeres, pero no quiso disecarlas porque hubiese sido una necedad estética.

Concluyó así con sus vísceras en sus manos. Eran mejores, más cálidas que las de los pájaros, pero ya no tenía tiempo ni para preguntarse si la carta de Lewis tenía como objeto salvar a la humanidad o perderla definitivamente. Su vuelo en este valle de locos había terminado.

Luis Thonis, 2016
Ph / Gregory Heisler