
Publicado originalmente en Francia y traducido al español por Diego Luis Sanromán, El par de senos más bello del mundo reúne 52 relatos breves del francés Roland Topor (1938-1997). El libro condensa el universo delirante y corrosivo de su autor: historias absurdas, muchas veces grotescas, en las que el cuerpo, el deseo, la violencia y el ridículo social funcionan como materia prima de una escritura que parece ejecutarse con precisión quirúrgica. Desde el punto de vista formal, los textos adoptan estructuras diversas —diálogos, monólogos, informes, recuerdos, anécdotas truncas—, pero todos comparten una prosa deliberadamente seca, sin adornos, que acentúa el efecto de extrañeza o brutalidad con que culminan.
Topor se vale de un humor negro intensificado por su mirada surrealista y por una lógica interna que exacerba las situaciones hasta volverlas monstruosas. Así, un viril muchachote se despierta con un par de senos espectaculares, un dentista atiende al mismísimo conde Drácula, dos amigas pagan en especie su recorrido erótico por los comercios parisinos, una pareja decide resolver sus conflictos conyugales en campos de batalla reales, y la Gran Orquesta Gastronómica de París interpreta una sinfonía con platos en salsa, huesos con tuétano y biscotes. Las historias, a menudo tan breves como una página, oscilan entre la fábula y la sátira social, revelando la precariedad del cuerpo humano y la ridiculez de los códigos morales contemporáneos.
El tono impasible de la narración, casi periodístico, forma parte del dispositivo estético de Topor: nunca hay didactismo, ni explicaciones, ni subrayados emocionales. Esa economía expresiva potencia el absurdo inherente a las tramas. En lugar de llevar al lector hacia una identificación con los personajes, lo deja ante una escena mecánica, ejecutada con lógica interna, como si se tratara de experimentos narrativos en un laboratorio ficcional. A diferencia del humor amable de Calvino o la extravagancia lúdica de Alphonse Allais, el de Topor está atravesado por una experiencia del horror histórico —su infancia marcada por la persecución nazi— que le imprime una violencia sorda, apenas disfrazada de risa.
Dentro de la obra de Topor, este libro se inscribe en una zona intermedia, posterior a su célebre novela El quimérico inquilino y al período en que fundó, junto a Arrabal y Jodorowsky, el Teatro Pánico. Si aquella novela planteaba una deriva paranoica en un mundo hostil, estos relatos funcionan como concentrados de su poética: en miniatura, cada uno captura la mecánica despiadada de una realidad deformada que ya no necesita justificarse. A su modo, Topor toma el legado de autores como Daniil Jarms, Wilcock o Copi —todos ellos afines a la forma breve y al humor mordaz— pero lo conduce hacia una zona más sombría, marcada por la escisión entre forma ligera y fondo brutal.
Literariamente, el libro puede ser leído como una síntesis de ciertas tradiciones del absurdo y lo grotesco, desde el esperpento valleinclanesco hasta los retratos clínicos de Wilcock en El libro de los monstruos. Pero a diferencia de estos, Topor no busca redención ni ternura: la crueldad está desnuda, ofrecida como materia estética sin eufemismos. Su mirada sobre el cuerpo es esencialmente deformante, más cercana a Bellmer o al cine de Buñuel que a cualquier realismo contemporáneo. La violencia, aquí, no es un fenómeno excepcional sino el motor secreto de la vida moderna.
En conjunto, El par de senos más bello del mundo representa una obra de madurez en el corpus toporiano. Su carácter fragmentario y experimental lo vincula con tradiciones marginales, difíciles de canonizar, pero persistentes en su influencia. La precisión estructural, el ritmo infalible de cada texto y la lucidez cruel con que están escritos confirman a Topor como uno de los humoristas más serios —y menos conciliadores— de la literatura europea del siglo XX.
Augusto Munaro
Roland Topor / El par de senos más bello del mundo
De: Manual de zoología íntima / Pepitas de Calabaza, España. 2019 (240 Págs.)
Debe estar conectado para enviar un comentario.