Esta mañana me dediqué a leer el libro de pinturas y dibujos El ritmo es el mejor orden de Sofía Bohtlingk. Fue más que leer, me hundí en esas páginas gruesas que tienen un dejo de olor a pintura y me quedé ahí unas cuantas horas. Salí para escribir.
Néstor Sánchez dijo una vez: yo digo que el ritmo de lo que ocurre es la mejor frase que encontré para decir lo que es mi trabajo narrativo. No sé si Sofía Bohtlingk leyó a Néstor Sánchez pero sí me queda claro después de leer su libro que están en la misma frecuencia de onda.
Ritmo y rito. Mito y rimo.

1
Una niña alta y flaca como un palo, última en la fila de una serie de niñas formando en una línea recta sobre el patio de cemento de cara al mástil donde sube lenta la bandera como todas las mañanas, alta en el cielo, un águila guerrera de alas azules como el cielo y como el mar. Con las marcas de la almohada todavía cruzándole la cara, aburrida, ensimismada, ajena a lo que sucede alrededor, con las manos frías enterradas en el blazer que le queda corto porque ya es altísima, se distrae mirando el cielo encapotado y el Río Reconquista -pútrido y pestilente- detrás. Las nubes se abren y de repente un montón de rayos de luz acribillan la superficie aceitosa del río y ella descubre con perplejidad mezclada con alegría que la luz puede ser plateada. Y en el mismo momento también siente que la luz es demasiada, que se derrama y derrite todo lo que toca, que es feroz e implacable.
Hay que marcarla, herirla, rayarla…
Unas horas después, en la clase de plástica, agarra unas témperas y dibuja lo que vio.
La Berdad de la nube filtrando la luz, algo se transforma en el papel, invisible y contundente, sencilla y tremenda la Berdad.
Al principio era la luz.
2
Ser una tabla flotando sobre un azul profundísimo (que a esta altura debería llamarse azul bohtlingk), una tabla de madera sola escuchándose crujir, hinchándose y deshinchándose por efecto del sol y del agua y del frío, dejándose llevar por el ritmo de las olas, ¿cuánto es posible aguantar así? Lo suficiente como para que ese azul se te incruste en el cerebro para siempre.

3
En el año 2017, un chisporroteo de chispas en un enchufe en corto provoca un incendio en un taller en Villa Crespo y un montón de obras son devoradas por el fuego, como la cabaña de Malcolm Lowry en Canadá, sus manuscritos ardiendo ante sus ojos impotentes. El fuego arrasa con todo, reduce a cenizas incluso obras inmensas hechas con cemento y ladrillo, con sogas y cintas de cuero y vidrios.
Gris plomo. Opaco. Liso. Marcado. Gris arena. Blanco tiza. Gris ceniza. Se me viene a la cabeza Sin, de Beckett y esos colores repetidos como mantra: arena gris ceniza refugio cierto. Cubo todo luz blancor raso…
Las ruinas pueden ser un refugio, lo inacabado.
¿Cómo se sigue? ¿Cómo sigue? Agarra agua y barro y óleos, mete las manos en la masa y los manipula hasta volver a hacerse un cuerpo. El negro aceitoso embadurna el papel que se impregna de un olor indescriptible, húmedo, intensísimo, algo nace y se agita primitivo, se mueve con un ritmo nuevo, nace una mujer vestida con nada, es el vacío atrapado en la línea o la línea creada a partir del vacío, el huevo o la gallina, qué viene primero, no importa, movimientos repetidos repetidos repetidos y como quien no quiere la cosa: el ritmo se escribe.
Cuando no se sabe, se hace.
Cuando no se tiene está el por hacerse que es lo que empuja.
Y para eso hay que alejarse de los cacareos y dejarse fascinar por la maravilla silenciosa del huevo.

4
Mujeres enroscándose en posiciones indescriptibles, manos, pelos, tetas, pies, brazos, cuellos, caderas, ojos, puños, bocas… Algo salvaje, primitivo, mítico, ondulante. El cuerpo se construye con palabras, palabras que se hacen oraciones, frases que le dan un borde, un contorno. El lenguaje es equívoco por suerte, hay algo que no se puede atrapar pero está la obligación de tratar de atraparlo, cueste lo que cueste, con los materiales que se tengan a mano. ¿No se trata de eso un poema? ¿Un dibujo? ¿Una pintura?
Tiene ganas de hacerle cosas al lenguaje, cambiarlo de estado y de forma, combinar y recombinar letras y palabras. Vacila, empuja, sin saber hacia dónde, sigue, trazo sobre trazo, color sobre color, línea raya letra sobre luz.
Títulos que son poemas.
zzzshshsh
cama
sí
luna
mí y yo
su existencia depende de las máquinas
un barco en el océano índico (que es marrón) cuando hace calor
uno puede proyectar lo que quiera sobre una pintura abstracta, y ésta convertirse en lo quiera
mí y yo
está nevando sobre nieve vieja
la vergüenza de desear algo
ahí está, ahí está unos pasos adelante
la transformación
la lengua mineral
mitad cuerpo, mitad arquitectura
empiezo a ver las primeras telarañas
síííí noooo
ver la línea, la ves pero no existe (el horizonte)
creo que estoy rebalsando de imágenes
poesía, poesía
un huevo volando
columna
no estoy consiguiendo vaciarme, creo que estoy rebalsando de imágenes.

En un reportaje a Ricardo Zelarayán dijo una frase que me encantó: escribo para poder vivir, no para perderme. Creo que estoy en condiciones de asegurar que Sofía Bohtlingk pinta para vivir, no para perderse, es al revés: se pierde para encontrarse, se deja trabajar, se deja llevar por el gesto, el movimiento y el ritmo para así poder vivir.
Lucía Mazzinghi
Imágenes / Fuente: https://museomoderno.org/exposiciones/sofia-bohtlingk
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