Cinco poemas / Alejandro Sosa Dias

UNA MADRUGADA

 

Todavía no andan los trenes de Constitución

-señal de que ya queda poco sueño-

Pero ya los pájaros se cuentan

Que se acabará la noche

En breve

El resplandor del día

Tocará mi rostro

Sé que abriré el ropero para

Entrar al día canalla

Extrañaré tus lágrimas saladas de ayer

La delgadez de tus piernas al lado mío

La sombra de tus gestos

Balanceándose sobre mi cabeza

 

CORRUPCION

 

Habían nacido para morir pero

Insistían en vivir (insensatos).

A los rostros provectos ya no

Los atemorizaba la luz del sol, dañina.

La casa envejecía con ellos (de prisa)

En medio de una zona obstinada en no

Cambiar nunca o progresar moderadamente.

 

Los cuatro autos estacionados en el

Garaje sin salir nunca

Las dos docenas de

Gatos establecidos en el jardín –que caían

Víctimas cada tanto del rencor de los mendigos

Que vivían en la plaza de enfrente- eran detalles que

Les enajenaban el favor de los habitantes cercanos.

La miel de la indiferencia los empalagaba pero

Un poco menos que el secreto

Desprecio que impulsaba sus actos.

Muros en los que el diligente piar de

Los pájaros no hace mella y prosiguen

Su derrumbe inminente y siempre prorrogado.

 

LA EXTRAVAGANCIA DEL COLECCIONISTA

 

Podrían ser tan perdurables

Como mis viñedos o mejor

Mis helvéticas cuentas cifradas y

Si quisiera podría

Ordenarlos en una pila y

Convertirlos en una

Llamarada roja y criminal

Tampoco como venados que

Esperan en una larga mesa

Para ser devorados

Prefiero sin embargo que

Permanezcan en sus estantes

Sin contagiar las mentes de

La gente proclive a estas erradas

Ideas ¡bah! Erradas es poco

El término correcto es el de antes

Criminales quizás hubiera entre

Ellos algunos

Honorables que

Cayeron en forma parecida a

Un héroe de la Antigüedad o de

La Ilíada pero decir esto último es

Conceder demasiado al enemigo

Un enemigo que a veces pidió piedad o

Probó el recurso a una treta que

Le permitiera recuperar sus fuerzas

La carne nunca tiene la resistencia de

La letra impresa que siempre dice

Lo mismo sin contradecirse

El mismo idéntico discurso en

1905 y en 1983 ¡admirable coherencia!

Sublime huella de la página que

No conoce el llanto en la celda oscura

Sin embargo los tengo cautivos

De aquí no saldrán y sobre sus

Hojas no se posará ningún ojo incauto

Formaré otro Estadio Nacional con ustedes

Tendré prisionera a la polaquita de cutis

Pálido y pluma rápida lo mismo que al

Tártaro ruso cuyas obras completas en

Varias versiones decoran la parte

Alta de la biblioteca o al buen

Dzhugasvili -un estadista a pesar de todo-

Permanecerán encerrados el

Lisiado filólogo sardo así como el

Hebreo que le hizo un hijo a su

Sirvienta y jamás lo reconoció según

Apuntó certeramente

Misstress Kautsky

No serán como una

Botella de Dom Perignon ni una

Caja de cigarros Cohiba que

Quién los posee los consume

Jamás serán leídos por nadie

Quizás como un auto antiguo

En el que ya no se pasea y

Sólo se admira su línea

Un trofeo un fetiche

Es lo que son para mi

Están en calidad de prisioneros de

Guerra y sólo incitarán mi fiero

Sentido de la posesión y nunca

Mi intelecto que los odia a

Ustedes y a su progenie

Como lo he demostrado con

Testarudos hechos y un río de

Sangre dulce –pensaba una tarde de

Julio de 1983 mientras miraba

Caer la lluvia por la

Ventana de su despacho un

General cuyo nombre de pila fue Augusto y

Ugarte su apellido materno

 

Agosto 12, 2017

 

 

HEROICA

 

El contenido de la cuchara

calentada por un encendedor.

El pulso necesario para acertarle

un balazo en la cabeza a un

doberman a cien metros de distancia.

Esto no se aprende en la escuela.

 

Nada bueno se aprende en la escuela.

Sumar y restar (las variables proporciones

de los juicios humanos y su monto

pegado al dorso) quizás

sea lo peor.

 

Allí el único Señor es el Señor de la

Angustia (escondida y, de a ratos, revelada).

 

PACO

 

Me fui antes de que la tarde concluya.

Espero que las chicas se hayan salvado.

No estaba a mi alcance…

La gente se arracima alrededor de los autos y la sangre.

Recordé un momento antes de tragar eso las historias de la

Resistencia europea que me contó aquel alemán con el que una vez bebimos tanto.

Me sorprende ver a esos guarangos que siguen disparando contra el cuerpo en que habité.

 

 

Noviembre 2017

Alejandro Sosa Dias, Buenos Aires