Real / Susana Szwarc

 

Me preguntás quién puede creer en una bolita de colores que no se detiene, que se aleja, que avanza.

 

 

 

Se detuvo cerca de ese anciano. Tan débil estaba que otro tenía que hablar por él, o hablarse él mismo.

 

 

 

Se detuvo cerca del pozo sin agua.

 

 

 

De umbral en umbral: siguió.

 

 

 

Te quedaste mirando el pan, cómo cortarlo en varias partes. Cómo repartirlo. Después, si tendrías fuerza para morderlo.

 

 

 

-El azar es ideológico-dijiste.

-¿El deseo también?

-Depende.

 

 

 

Fue por eso que tiramos la bolita y empezamos a seguirla. Cuando entró a una zanja fuiste a buscarla, la levantaste. La sorpresa fue que crujía, seguía brillante. La segunda vez la levanté yo, y lo mismo.

 

 

 

Decidimos separarnos.

 

 

 

¿Separarnos de la bolita, del azar?

 

 

 

Quisiste abrir el libro, ponerte a leer. A medida que leías ibas recordando. ¿Preferías no recordar? ¿Dejarte estar?

 

 

 

No tendría que preguntarte. Tendría que ser capaz de leer por vos, con vos. Hasta tendría que tener la fuerza de morder el trozo de pan que repartiste.

 

 

 

Dejaste el libro. Miraste hacia un costado Viste un camión que pasaba. Por un rato, la polvareda hizo que no te viera.

 

 

 

Seguías ahí. Ni siquiera viste el camión. Querías ver otra cosa. Es curioso cómo se mira otra cosa tan lejos de lo que está pasando. O está ahí, a la vista.

 

 

 

Seguías con tu pedazo de pan en la mano.

 

 

 

Venías de otro lugar. ¿Cómo si no entendía tu idioma creía entenderte? ¿Por qué te supuse muy triste, partido? ¿Era por tu manera de ponerte de pie? ¿De andar?

 

 

 

Una vez me dijeron: me crié a la buena de Dios. Es rara esa expresión, es si no te cuidan, es si te dejan en algún camino.

 

 

 

El camión había doblado. Quedaban las marcas de las ruedas. No alcanzabas a verlas.

 

 

 

Quiero que te olvides de cualquier dolor. Quiero que hagas del olvido una práctica. Palabra por palabra. Quiero que mires otra cosa.

 

 

 

Te cambio de lugar. Te dejo en una casa surtida de objetos. Quiero que estés sentado en

un sofá, cómodo. Pero tus ojos no están preparados para eso.

Te golpeás con los adornos.

 

 

 

Estás desarmado. Busco las partes de tu cuerpo que rodaron como la bolita de colores.

Cabeza piernas brazos. Tus manos, las adhiero.

 

 

 

Mirás de reojo. Llevás el pan a tu boca, a la mía. Me das la mano.

Rodamos.

 

 

 

Susana Szwarc

PH /  Marcius Galan, Planta /Corte, 2015