Muchas veces no callo para no usar silencios que no me pertenecen.
Bettina Bonifatti (Comedia biológica)
Los objetos, las cosas están para devolvernos al silencio -algo así dijo Beckett, Bonifatti en Comedia biológica escribe que “El silencio en pintura no se somete a la caravana del sonido”. Bonifatti con el ojo, la inteligentísima impresión/intuición y la colección arma un libro. La contundencia del fragmento y la frase, la certeza del aforismo, siempre apodíctico y elocuente, recorre motivos como la muerte, la gemelidad, el museo, los animales. Serie que ella fue reuniendo y que, al igual que en su crónica Cinco años a caballo, trae un libro escrito. No todos los libros están escritos.
Comedia Biológica, en el régimen de la mirada, la anotación intempestiva y el color, hubiera gustado a Nicolás Rosa, el de “cosas, animales, discursos”, también el de los “trilemas” y gustará al lector sin red, al visionario, alguien que soporte un “inventario con faltantes” y un “museo privado de provincia”. Comedia biológica no explica: “Mi renuncia no es plana, y como presentarla es un problema, cuento con la confusión general, incluida la propia. Una contrariedad que no me pasa desapercibida es que, si trato de no explotar la condición, escribirla no se salva de lo que quiere conjurar”. Saberes y formas del decir, del tiempo propio, que conmueven y funcionan. Bienvenida hibridez, “alma que no llega a dividirse”, que suma ciencia, zoología cercana y biografía. El capricho de un autor que es “diccionario errático”. Singular reflexión vital, apunte existencial, terrible de verdadero: “No hay que rebelarse ni intentar escapar de la comedia biológica”, solo cronicarla, apuntarla.
Bonifatti escribió una obra (“Escribir para adelante, no escribir para atrás. Matar la idea redonda”) animada por sus lecturas (Bloy, Macedonio, Thonis, Murena, Filloy, Onetti, Cervantes, De Quincey, García Vega) y sus pintores (Kokoshska, Giacometti, Rodin, Cezánne, Pollock, Klee, Mondrian) y anota: “soy recipiente que recibe un dato” y lo pone al lado nuestro, como si un registro del mundo pudiera ser atenta bisagra del arte: “Cuando el cuadro cae del caballete, el pintor pide perdón al modelo. El modelo no es la persona. La persona está en el cuadro” y “Queda el alivio de escribir, que aun siendo la misma acción nada tiene de igual ni de distinto ni de opuesto. No es pelea ni reconciliación. La escritura es terreno autónomo, como el brazo del siamés de Turín”. Y seguiría leyendo.
Laura Estrin
Texto de la contratapa de Comedia Biológica, de Bettina Bonifatti, Editores Argentinos, 2023
Ph / Noell Oszvald, 2014