Henri Meschonnic versus DeepL / Françoise Wuilmart

Empecemos por Henri Meschonnic. Y luego veremos si DeepL hace que se revuelva en su tumba, y si es sí, en qué sentido. La reputación de Meschonnic le precede desde siempre: espíritu muy claro e innovador, casi revolucionario en el pensamiento sobre el lenguaje, recurre a un discurso cuya extrema precisión lo vuelve a veces sibilino. Lo que intentaré aquí es un reto: simplificarlo, sintetizarlo, «vulgarizarlo», ¡y verán que en el fondo es límpido! ¡Arranquemos!
Algunos términos claves son los primeros jalones en la vía de su descubrimiento: el signo, el discontinuo, lo binario, el continuo, el ritmo, el Hacer, el Sujeto y la Vida. E imaginen  que que con eso está todo dicho. ¿Pero qué más, me dirán? Vuelvo a estos términos. Recordemos que el estilo de Meschonnic es hueso duro de roer: Meschonnic no teoriza doctamente, sacude, se asombra, exclama, se indigna, a veces aúlla y no solo entre líneas.
Miremos de más cerca; para empezar destaquemos algunas aserciones tajantes. Partamos del SIGNO, esta pequeña pieza de mosaico aislada, todavía no integrada a un conjunto; en concreto: el léxico, la gramática, la sintaxis, en resumen la lengua en estado puro. Ahora bien, «de siempre, es el signo lo que se traduce» (todas las frases entre comillas son de Meschonnic), se traduce la lengua apuntando a la forma o apuntando al contenido, queriendo ser metista o bien fuentista: ¡«Es preciso renunciar a estas parejas infernales»! Un poema es algo más que forma y contenido, posición BINARIA. Lo VIVIENTE nos muestra a cada instante que la supuesta separación entre la forma y el contenido o el cuerpo y el alma no es y ¡«no hace más que cadáveres»! Traducir el signo en lugar del poema: ¡«qué calamidad»! Aquí es donde se libra el combate entre el signo y el poema. ¡Meschonnic recuerda que las lenguas no son únicamente medios de comunicación, sino medios y maneras de vivir! Y, como decía Tristan Tzara,  «el pensamiento se hace en la boca», mientras que traducir el signo es «no tener voz; el signo nos vuelve áfonos, al mismo tiempo que nos vuelve sordos.» Generalmente, en el mundo del signo la «forma» es abandonada a la lengua de partida y lo que se pasa, a la lengua de llegada, es sentido, reordenado retóricamente.
Pero no es una lengua lo que hay que traducir, es un «discurso», un texto, ¡que es lo que un sujeto le hace a su lengua! Esta fuerza es lo que hay que traducir y no solamente el sentido de eso que se dice, porque la fuerza es portadora del sentido (traducir lo binario es discontinuo). El sentido sin la fuerza es «¡el fantasma del lenguaje!» Lo binario era incapaz de pensar lo continuo, es decir: la integración del cuerpo al lenguaje, del afecto al concepto. Cuando uno se ubica en el discontinuo del signo lingüístico para traducir un poema:
«Uno no traduce el poema, solo traduce de una lengua a otra.»  
Lo que se dice no se puede separar del movimiento con el cual se dice; así que aquí estamos ahora en el CONTINUO  de una física del lenguaje.
Todo lo que precede se concentra finalmente en el concepto de ritmo, al cual se reduce a menudo a Meschonnic, pero aquí no se trata de cadencia o de tempo. «¡El ritmo no tiene nada que ver con esta metáfora bronquítica de la respiración!». Entonces, ¿qué es el ritmo en Meschonnnic? Para ir rápido: es la organización «física» del sentido en el discurso, y el discurso no es el uso de los signos, sino la ACTIVIDAD DEL SUJETO en y contra una historia, una cultura, una lengua. El sentido reside en el discurso, no en la lengua, es una configuración del sujeto en su discurso.
«El ritmo es la organización del movimiento de una palabra en el continuo ritmo-sintaxis-prosodia, en el encadenamiento de todos los ritmos, ritmo de ataque, ritmo de los finales, ritmo de posición, ritmo de repetición, ritmo prosódico, ritmo sintáctico, es el ritmo el que conduce la danza del lenguaje.» En cuanto a los filólogos y otros exégetas: «Más sabihondísimos son (los exégetas) más sordísimos son al ritmo.»

Para terminar volvamos al «poema»: ¡es la transformación de una vida por una forma de lenguaje y la transformación de una forma de lenguaje por una forma de vida! ¡El poema es un acto de vida! ¡Aquí hablamos de lo que un cuerpo le HACE al lenguaje, ni más ni menos y es ese efecto el que hay que recrear en la traducción! Hay que hacer en la lengua de llegada, con sus medios propios, lo que el texto le hizo a su lengua. Con esta única condición traducir es escribir.

¡QED!

En cuanto al DeepL…

Empezaré por una anécdota. Últimamente sometía un texto literario alemán a esta herramienta que algunos califican  de  «fabulosa». Dos frases (que traduje)

1)«Écoutez, écoutez-moi les enfants» (Escuchen, escúchenme niños), y 2) «Ô, aidez-moi s´il vous plaît» (Ay, ayúdenme por favor).

Versión de DeepL ( de un refinamiento asombroso, incluso poético, ¡me quedo muda de asombro!):

1) «Oyez, Oyez enfants» (Oigan, Oigan niños), y 2) «Ô, aimez-moi je vous prie» (Ay, ámenme se los ruego).

Ya sabemos, DeepL, esta gran bestia artificial se alimenta abundantemente de segmentos frásticos múltiples, que por otra parte toma de los traductores de carne y hueso. Y nos trae como una pelota, a la velocidad de un rayo (no tiene necesidad de reflexionar), el mejor producto según sus criterios. En el primer caso: el imperativo del verbo écouter (escuchar) repetido dos veces tenía, para ella, que corresponder forzosamente a la expresión cara a los trovadores; en el segundo caso: el Ô (Ay) introducía muy claramente una inflamada declaración, era necesario entonces reemplazar la «d» de «aider» (ayudar) por la «m» de «aimer» (amar).
Tal es la lógica, una de las lógicas de DeepL. Dicho esto, algunas de sus formulaciones están graciosamente bien resueltas… y sin duda con el tiempo, el robot mejorará… pero ¿en qué medida? Si pensamos en la grandiosa definición de la traducción que hizo Meschonnic: un acto de vida, que rehace en su lengua lo que el original le hace a la suya, un continuo engendrado por la fuerza subyacente de un sujeto que se inscribe cuerpo y alma en su discurso, con todo lo que eso implica de movimiento rítmico, de aliento, de fuerza, de subjetividad selectiva, sin olvidar el respeto de los registros, de las redes semánticas y la fina traducción de los vínculos lógicos o conectores, más la interculturalidad, entonces una pregunta se vuelve inevitable: ¿el Sujeto meschoniciano de la escritura y de la traducción «CONTINUAS» es compatible con el enfoque DeepLiano del signo aislado?
Porque el principio mismo del funcionamiento DeepLiano es precisamente el signo, utilizado aquí en una hermenéutica  maquinal que va a buscar sus palabras o sus sintaxis en los estantes de un supermercado lexical donde todas las marcas están mezcladas. Entonces, DeepL no traduce más que el signo, ni siquiera va hasta lo binario que no conoce, ya que ignora tanto el sentido como la forma. Produce puro discontinuo, yuxtaposición de clisés que solo selecciona en función de una lógica puntual interna (cf. mis dos ejemplos citados más arriba). Aquí ningún sujeto para imprimir su movimiento físico al texto, su fuerza, la vida. El resultado es un patchwork que ni siquiera merece ese nombre, ya que el soporte es dispar; aquí esa ánfora de Benjamin, tan armoniosamente reensamblada, se convierte en un monstruo de cosas pegadas unas con otras sin pies ni cabeza.
Sí pero, me contestarán: está el traductor-posteditor, ese redentor final… ¡Qué parodia de Sujeto! ¡Qué ANTI-SUJETO, reducido a alisar, y corregir aquí y allá un desvío lexical,  verificar tiempos verbales y la gramática…! Un puro técnico sin aliento, sin voz y cortado del acceso directo al continuo vivo del original, ya que la máquina clasificadora vino a interponerse y obstaculizar, un traductor ancilar que terminará tal vez (esperémoslo) por preguntarse: ¿¿¿pero por qué, después de todo, no partir directamente del texto original???
¿Podrá la herramienta alguna vez ser perfeccionada hasta poder reemplazar la visión de conjunto de un sujeto creativo y creador, que le imprime al texto traducido el movimiento del famoso ritmo meschoniciano? Tal vez sí, pero entonces, habremos reproducido ni más ni menos que  el cerebro humano… y aún sería necesario que ese cerebro tenga una historicidad, que se inscriba también en la cultura temporal.
No seré testigo de semejante proeza, pero sobre todo: ¿por qué recrear nuestro cerebro, puesto que ya existe? Se impone esta respuesta: para beneficio del mercado, del mercado editorial, por dinero… ¿acaso, el traductor recreado por DeepL no ofrece sus servicios a tarifas reducidas?

Por consiguiente, todo está ahí, ahí llegamos…

6 de marzo de 2022
(Publicada con autorización de la autora)

Traducción: Hugo Savino