
Todo comenzó cuando hice el arte de Shalom, baby, el disco que Divina Gloria lanzó en 2008 con su grupo Karavanah. Tangos cantados en idish. Muy clásicos. Temas como “Jerusalem”, “Papirosen”…. El niño que vende diarios en el campo de exterminio.
Libertango fue realizado sin presupuesto, de una manera muy precaria. En este trabajo, busqué la belleza, no la ideal sino la que dice lo humano. El dolor, la soledad, la hondura de estar vivos.
No me interesaba la máquina ni su fría destreza.
Por medio de cámaras de muy baja definición, abierto a la experiencia del movimiento, busqué llegar al lujo.
Y quedarme en el tiempo que se da en ese cruce entre el film noir y las primeras experiencias de la filmación experimental (Duchamp, Man Ray, Léger).
Anular el color, usar imágenes que boceten una estética del misterio.
En Libertango no había guión. No teníamos nada. Agarramos las cámaras y salimos a la calle. A las sombras y a las ráfagas del neón. Yo quería filmar espacios/objetos ya emblemáticos. Carteles de Permitido Estacionar. Monumentos como El Cabildo. El Obelisco, El Congreso, El Teatro Maipo, El Hotel Faena.
La lluvia no estaba prevista, ni tampoco filmar bajo el agua.
La lluvia dio el brillo que se usa en el asfalto de los films antiguos. Negro charol. Párpados-purpurina. Divina está afrancesada. Canta en inglés, canta en francés “Yo he visto esa cara antes”. En Idish dice algo así: “¿Odiás la vida, te vas a matar? “¿Para qué?” “¿Quién creés que sos?”.
Buenos Aires de noche. Divina es un fantasma. El giro final es precisamente el de su cara que al levantar el plano se ríe sarcásticamente.
Divina ríe por haber mentido su dolor.
Seedy González Paz / 2018