
PERFUME
Este perfume dulce y penetrante
me envuelve toda como un largo velo;
este perfume cálido que sube
en finas espirales por mis nervios
y en estrechos anillos
me aprisiona el cerebro.
¡Es Arabia, es Arabia, bien lo dice
este suntuoso desfilar de sueños…!
Arabia con sus noches enervantes
y sus días de fuego.
Hundo las manos en mis trenzas húmedas
y aspiro todo Oriente en mis cabellos!
PALABRAS
Vanidad de las calles,
de la gente que pasa,
con la torpe acechanza de los hombres
y de sus miradas
que se posan tenaces como moscas
en mi piel pálida.
Y el encuentro imprevisto
con el pobre amigo de cara trágica,
que me cuenta su angustia
mientras yo le hablo con mi voz más cálida
del amor a la vida:
yo que no espero nada.
¡Ah, la tortura íntima
de esta escena diaria!
Tener el alma muerta
y regalar palabras.
MIS MANOS CIERTAS VECES
Mis manos ciertas veces,
dan la rara impresión de cosa muerta.
Palidez más extraña no vi nunca;
marfil antiguo, polvorienta cera,
y en el dorso delgado y transparente
el turquesa apagado de las venas.
Carne que bien podría
si la rozara una caricia ardiente,
deshacerse en ceniza
como esas flores frágiles y tenues
que en el fondo oloroso de los cofres
en fino polvo de ámbar se convierten.
¿En qué siglo remoto florecieron
estas dos pobres rosas extinguidas?
Un milagro sin duda las conserva
aquí sobre mi falda todavía.
VIAJE
Melancolía de este viaje a solas
dentro de un coche viejo,
atravesando calles en que hay árboles
de un amarillo muerto
bajo el cielo plomizo
y en un hondo silencio.
Fina llovizna helada
cae y cae implacable desde el cielo;
brilla de agua la espalda toda curva
del infeliz cochero
y a ratos viene a mí, como distante,
su voz sonando a hueco.
Y mi coche fantasma cruje todo
con el tirón del pobre caballejo
que ha sentido de pronto sobre el anca
un latigazo seco.
¡Ah, bien quisiera yo cerrar los ojos,
cruzar las manos, olvidar mi cuerpo
y alejarme por siempre de la vida
dentro de este coche viejo!
Emilia Bertolé / «Espejo en sombra», 1927