Laura Estrin: Memoria irreversible (Añosluz Editora) / una conversación con Sofía González Bonorino

Sofía González Bonorino- Acaba de salir tu nuevo libro editado por Añosluz.

El retrato como gesto de escritura.

¿Por qué elegiste llamarlo “Memoria irreversible”?

 

Laura Estrin- Sofía: Primero quiero decirte que es buenísimo que además de que lo hayas leído con tanta alegría y generosidad puedas pensar tan precisa y profundamente esta conversación con el libro y conmigo. Gracias.

Memoria irreversible: el libro, mientras se fue agrupando, se llamaba Un libro de retratos. Me gusta decir lo que digo, lo literal es mi reino, fuera de toda ficción, invención. Tengo poca  imaginación. Después cuando Juan Crasci, editor de Añoluz, me dijo a un mes de habérselo dado, “¿lo sacamos para la feria de editores?”, rápido pensamos que la editorial tenía los Retratos de Tsvietáieva y que el título no podía ser ese. Ahí empecé a barruntar con Savino nombres y mientras nos divertíamos un poco él me puso “irreversible” y yo pensé que sí: lo mío es irreversible. Y luego mi hija agregó “Memoria” y quedó así.

 

S.G.B.  Marina Tsvietáieva escribió que para un artista no existen los acontecimientos exteriores.

Leo en este sentido la afirmación que hacés en tu breve nota introductoria: el retrato es, a veces, autorretrato.

 

L.E. ¿Qué es exterior, podemos salir de nosotros mismos? Los autores que me marcan son los duros, los seguros, los fuertes, los que se juegan todo en cada palabra, en cada verso. Tengo que responderte que sí, que afuera hay cosas que nos afectan y lo que uno puede tener de ellas es justamente esa impresión, esa afección. Y eso junto, memoro y escribo.

 

S.G.B. Memoria irreversible está construida por retratos de amigos que ya no están, todos escritores. El hecho de ser escritores es, me parece, en tu visión de ellos, lo que les otorga la existencia y la razón de ser y de haber sido.

 

L.E. Podría decirte que sí y que no. La frase de Tsvietáieva, en este caso, sería: “No todos escriben. Escriben algunos entre todos” (cito de memoria…). Quiero decir que esos amigos, tampoco creo que es la palabra justa, está muy viciada, muy traicionada, esos “impresores” diría, son voces, direcciones, modos, fuerzas que me acompañaron años, con las que departí, compartí y grité. Me hicieron lo que soy. Fueron mi escuela rumbo a peor, diría. Me tiñeron. Sus vidas y sus maneras me afectaron, y algunos de sus escritos fueron y vinieron por mi cabeza a la par de sus encuentros, sus conversaciones. No recuerdo escritores, no escribo autores, pongo flechas que me mataron un poco.

 

S.G.B. Me acuerdo de nuevo de la rusa, como le decís vos: ¿Tiene el artista una biografía personal, además de la de su oficio? Y si la tiene, ¿es importante?

 

L.E. Su biografía es su oficio y al revés también. A veces se vive dividido, pero la simulación no es lo mío. Los autores que me importan son los que escriben solo lo que ven, lo que les pasa, lo que creen, lo que quieren decir, lo que lo hace trinar. En mi nota anterior de “Cuarta Prosa” ponía a Chejov diciendo esto mismo. No hay vida fuera de la escritura para un autor y eso es lo mismo que decir: no hay vida literaria sin vida. Si no, hablamos de letrados, funcionarios, profesores, amanuenses.

Desde 1998 escribo un Diario. Es la cantera de donde salen mis versos y todos mis libros. Allí anoto esa vida verdadera, la que se pierde, la que se lleva el viento y yo quiero apresar. No es vida literaria, no es proyecto de autor, es dolor, bronca, imagen, caminata, encuentros, cartas.

 

S.G.B. Lo que en este mundo jamás pudo concluirse, por el vaivén mismo del proceso de estar vivo, en tu escritura los personajes-retratos tienen algo de acabado, de completo. Tu mano no vacila, marca con seguridad los trazos necesarios: a la búsqueda de resolver el enigma que supone siempre el otro.

 

L.E. Tu lectura, esta afirmación tuya es un regalo para mí. Supongo que los ves enteros porque la escritura consiguió algo, consiguió dar con sus cuerpos-almas, trató con parte de lo que fueron. Soy una persona segura de lo que encuentro y de lo que busco. Dicen que soy apodíctica, taxativa. Tengo una firmeza que me lleva y me trae siempre por contundencias.  Dolorosa. En otra época suponía que nuestro mundo personal es tan chiquito que hay que ser fuerte, contundente, para abarcarlo, poder decir algo de él. Ahora no sé si es por eso… aunque es por mí, por cómo soy que afirmo, concluyo, digo.

 

S.G.B. Hay, en tu libro, algo de cierta transmutación de las almas.

Del cuerpo  ausente a tu escritura. Las presencias que se evocan son presencias creadoras, llenas de vida.

 

l.E. Escribo en Memoria irreversible un mundo de profunda elocuencia para mí. Un mundo que muy presente en cada uno de mis días me sigue haciendo pensar, escribir, trajinar con la miseria que amenaza hundirnos. Mi pena es mi castillo y mis recuerdos el bálsamo. Es un mundo de valores, definiciones, soy un dinosaurio vivo!

 

S.G.B. Tus retratos se dicen en voz alta. Los personajes ocupan la realidad: un tiempo, una geografía, un espacio de conversación, un cruce de miradas, un silencio trágico, que no se nombra pero que vos quebrás, en un acto radical por desarmar la muerte.

¿El poder de la palabra vivifica?

 

L.E. Claro, sí. Escribo contra muerte, ¿hay otra cosa? Pilniak dijo: solo dos temas hay: la vida y la muerte. Como repite Milita Molina de Mansilla: la ramita que se agita pero no sabemos de dónde vendrá, ni cuándo. Y no solo estos retratos pelean la muerte sino todos mis versos. Intento atrapar lo que hay, lo que queda, lo que puede quedar cuando el aire da todas las vueltas y barre sin piedad todo. Escribir es vivir, es salvarse un poco, es tener algo de todo lo que se va yendo. Hace apenas unos días, luego de editarse Memoria irreversible murió mi fuerte amiga Lily Popovic, lo único que pude hacer es ponerla en un nuevo escrito, fue mi única forma de recuperarla un poco. La dije y ahí la conservo un poco. La palabra es algo muy material y la vida es demasiado aire, una brisa triste a veces.

 

S.G.B. Vivir de veras es un trabajo de escritura. Sin ella, nuestra existencia y, por lo tanto el otro, nos serían inaccesibles. Esa es la verdad que tu libro pone sobre la mesa.

 

L.E. Esta afirmación tuya continúa perfectamente lo anterior. La literatura sirve para vivir, a algunos nos da esa vida que la otra nos da menos o nos arruga. Hace un tiempo vos me contabas de gente –lo diré como me lo acuerdo- y dijiste aludiendo a hombres y mujeres que no leen-no piensan: “pero así no viven”… Y sin un verso, una frase, un mail con un amigo, yo no vivo.

 

S.G.B. Irina Bogdaschevski, Luis Thonis, Hèctor Libertella, Liliana Guaragno, Noemì Ulla, Hebe Uhart, Pablo Chacón, Ricardo Zelarayàn, Niciolàs Rosa…  ¿Por qué ellos?

 

L.E. Creo que esto lo fui diciendo al correr de mi decir anterior sobre tus perfectas marcas, pensamientos e inquisiciones. Esos seres que apreso en Memoria irreversible me tocaron, tuve la suerte de tratarlos, encontrarlos, bancarlos. Ellos me acompañaron, me dolieron, algo me quisieron o valoraron. Ellos me hicieron un poco como soy. Fueron diversos, distintísimos. Pagamos un alto precio por los seres que elegimos pero no es inútil.

 

S.G.B. Tu libro, me parece, intenta recuperar lo que tanto se ha amado, restituir lo perdido, en un acto generoso de separación, para ofrecerlo, así,  al mundo exterior. Un mundo que, si sabe (puede)  leer,  se volverá más rico, más justo. ¿Abrigás alguna esperanza de un mundo diferente cuando publicás un libro?

 

L.E. No, soy pesimista. Uno publica un libro, mil años de trabajo y vida y no pasa nada. El mundo tendría que ser otro si se leyera atento y solo son distintos algunos. La literatura solo cambia a algunos, y a esos pocos los deja sin retorno, aturullados. Impracticables.

 

S.G.B. El retrato nace de tu subjetividad: es un acontecimiento que nunca termina de suceder y al que la palabra intenta fijar (en movimiento). En tu escritura das cuenta de la importancia que tuvieron para vos cada una de estas personas a las que retratás.

Moldeás el retrato de quien te ha moldeado a vos, previamente, o en el mismo acto de escritura. ¿Qué se jugó de vos y en vos al  escribir Memoria irreversible?

 

L.E. Siempre me juego toda. Y así pierdo y gano mucho. Me gasto. No tengo estrategia ni proyecto, siento. Otra cosa no puedo. Es hermoso eso que decís que conformo lo que  me ha conformado. Es cierto. En sus enormes diferencias estos seres me dieron forma. Acumularon en mí saberes, maneras, miradas, ejemplos. Las atesoro como anillos y cadenas, cosas que ciñen y apresan, que liberan y nos dejan.

 

S.G.B. ¿Qué es un retrato para vos?

 

L.E. Lo intento poner en el espacio con que abro el libro. ¿Pinto con palabras una vida? Las escribo para entenderlas y entenderme. Voy inscribiendo notas y piedritas para tener algo de lo que se se va a ir olvidando.

 

Sofía González Bonorino

Buenos Aires, 2019