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Y me voy, como muriendo…
me voy como muriendo…
cuando pasan tus fotos amarillas
donde se suman años y perros que tuvimos,
hijos que tuvimos
y hasta algunas plantas imborrables
pasado de un pasado, donde fuimos el otro
y de alguna manera lo seguimos siendo.
Me voy como muriendo
a lo largo de un mundo que se pasó volando
como un avión a chorro, como un relámpago
y como tantas cosas que no pude agarrar.
Se suman geografías y otras caras
(maestras, salpicaduras)
no se a quién nos miran ellos
pero, me están viendo escaparme
en este después,
me ven como muriendo.
Ahora que me muero sin otra enredadera
que un tiempo que
lejos de ser inmortal, se evapora.
Entre muertos y vivos recorro la comarca
de habernos ocultado y que ya no figura
sino en un páramo retenido por pocos,
extinto
mientras la luz se pone tenue
y nosotros nos vamos,
me voy también en mí
y es triste
me enfermo de tal muerte
que no hay foto ni lumbre
que secuestre mi paso
y me muestre a los ojos
de otras vidas conmigo.
Buenos Aires, diciembre 2018
I
Cuando rallo queso
Soy mi viejo, sale
De adentro para afuera
Me denoto en gestos
Que no hace falta verlos,
Soy espejo oculto, seco de mí
Que hace en mí lo que sigue haciendo.
La misma postura,
La trama de la carne actúa:
Un “mi viejo en mí” (rallando queso)
El ojo en la periferia, afuera
Cualquier pared es aquella cocina,
Borrosa… me lo veo allí,
Adentro – afuera, como siempre
El tiempo se sincera
Y dice que no existe.
La mano trémula
Y el labio inferior semi mordido
Como eje de la concentración.
Un leve ardor en la cadera
La vista en ningún lado,
En un fuera del tiempo, del nosotros,
De él, de mí, del ahora y del nunca,
Sale en mí lo que es del otro
(O del uno solo)
Como una eternidad evaporada
Perpetua sospecha de lo ausente inmediato
Recupero en esa leve acción
En los pulgares inflamados: La mirada.
Olvidada de sí, pellizcando un ángulo
De ausente transparencia, sin dónde,
Y el labio es un apoyo
Para lo que somos.
Rallo queso.
En la eternidad de las cocinas:
Soy mi viejo (Él siempre fui yo)
Y de adentro hacia afuera
En la intersección,
Dejamos el cada uno y somos el otro,
El cada otro
El que ralla queso y se sabe
A sí mismo como acción
O se adivina como suceso arrimador de ser.
Resucito lo poco del instante y ya no hago falta
Ya no soy necesario,
La mera acción nos elimina, o nos eleva,
No soy ni somos.
El otro asoma a labios doloridos,
A vida pasajera,
Tenue arbusto, mano derecha.
Ahora el transcurso se anota
Por la piel arrugada
Por la mutilación que estropea las falangetas,
Me agobio
Porque de chico el Ser
Se acepta sólo, sin respuestas
Hoy, lo vivido amenaza
Ser el otro en mí.
No hubo sino irse muriendo
Y una historia que sale
Olvidada en pequeños gestos
O nos obliga por oclusión.
Me atoro en vos
Como un recuerdo-cuerpo
Del otro en mí,
Como cuando vivía, y yo
Debí estarlo padeciendo
En la tangente de un recuerdo
(Pero sin vocablos y sin imágenes)
La sensación de presentirte
Allí junto a la hilera de azulejos
De la pileta del patio
Abandonada en otro planeta,
En la cocina infinita
Que se extendía sobre lo que era un mundo,
De selvas y laberintos
Que llegaba hasta la pared del fondo, y yo
Estaba sólo, porque vos estabas.
Hoy, a veces, somos Ser,
Que lejos de amparar
Reclama un abismo cercano
Justo aquí,
(El aquí de mi cuerpo – espacio)
El camino que nos convive.
II
Mujercita desamorada
Que habitó mis confines,
Que fue capaz de todo
Inclusive la muerte,
La víscera de mi corazón no latiera
Sino por tu empecinada epopeya
De transitarme
Cuanto consultorio estuviese a tiro,
Y allí nosotros.
Yo casi flameándote en la mano,
Como marsupial,
Como cetáceo recién parido.
Qué era esa época sin nosotros,
No me imagino de otra forma
Parece que quisiéramos ser inmortales
Sobre un páramo que se extingue.
Esa inquietud me quedó estampada
Y vos, seguís dándome de comer futuro
En platos invisibles. Entonces,
La enredadera de mi cuerpo
Se retuerce y come
Se acerca a una frontera
Que es de loza rústica, y come.
Te recuerdo (te traigo)
Por soliloquios aprendidos
A fuerza de ignorarlos, de desoírlos
De transformarlos en ritmo agotador
Pero vuelven.
Despertar a tiempo de pesadillas
O sueños placenteros
Donde hay mujeres que se desnudan
Y me abrazan, todo parece
Igualarse en noches que de fondo
Tienen la cercanía de tu sueño,
En la pieza de al lado
Bástame recordarte o simplemente,
Existirte.
Yo cupiera en tu inmortalidad
Si no fuera que Iturri
Me puso a volar
Cerca del cementerio, o me abrió
Al laberinto de las ciudades
Pero perderme no alcanzó, tampoco.
Eso y cometer errores
Elementales de suicida:
Dispararse y seguir vivo
Saltar y no morir.
Aquí en futuro, (tu futuro), sigo
Estamos sin embargo, a veces
En un solo ser acaecido
Por recuerdos que siguen siendo olores
Almuerzos, casi siempre,
O amamantamientos percibidos
Como intersticios de incertidumbres.
A lo lejos, en el recuerdo-tiempo
Que me queda, intoxicado en vos,
De nosotros, pesado
Baja en malestares de palabra
Que dibujan el blanco de un plato vacío
Aquí entra el presente
De aquél raro futuro
Que entre sombras y sopa
Engullí con ojos abiertos
Que quieren hablar a los gritos,
Porque lo difícil, lo oscuro
Pesa más, ¡soy Moroni
Por donde lo busquen!
De mis genes sureños me haré cargo
En instantáneas irreales,
En cuadros pintados a los cuchillazos
Presentidos como precipicios
Que llaman a zambullirse, ignotos,
Periferia de sensaciones
Que escapan dando frío.
Solamente alardeo
Por los bordes vertiginosos
Que no alcanzo, y del otro lado,
A lo espejo, unas manos,
Deformadas por el laburo,
Amasar, lavar platos, coser
Barrer el piso… y entonces el verano
Es apenas, un imperturbable olor a lavandina
Que guardo por los años ’50 en una botella
Amarilla, (hoy de plástico)
Y vuelve el patio gris de baldosas,
Adornadas con guardas asimétricas…
Amén, somos uno
Que te piensa
Que te sigue viva…
III
Carlitos en la yema de los dedos
Empiezo (que son míos) a
Tenerte, como cuando los veía dibujar
O hacer malabarismo
Con un hilo de algodón.
Cuando traen una pizza
Uso el hilo para revivirte
Hago lo que recuerdo, y te estoy viendo
En mis yemas, medio azuladas ya, y brillosas
Como tenemos los viejos de todo el mundo.
Estás acá a la vuelta en la otra pieza,
En el cuartito, doblado sobre el tablero
Que yo ensucié con estalagmitas de pintura,
Que arruiné (seguro ya no te importa).
Fui tapando las marcas de la madera lastimada
Por las “chinches”, cincuenta y tantos años
Empujadas con la misma yema,
(Lo veo en PPP)
El pulgar doblado, clavando tus planos infinitos, hoy
Todavía deben ser edificios
Viviendas o escombros que no olvidan
El sonido inaudible del metal
Destrozando la madera de pino.
Lo veo todo en mi pulgar envejecido
Como en una vieja postal de la carne,
Nuestra carne.
El hilo se retuerce en tu mano izquierda
Mete cuatro arabescos y se deshace
Ante el asombro de un chico improvisado,
Una circunstancia fortuita.
Los peces se volaron y los rollos de papel
Que imitan papiros, flotan
En la penumbra de algún recuerdo mío
Siempre inundado
De otras cosas indelebles.
Lo sensible es diminuto pero
Abarca toda la superficie de la tierra
Que como me enseñaste
Es más extensa que el universo.
IV
Charco de pequeños ojos,
Caldo del asombro
Engañosamente sigue buscando
Por el ímpetu interminable.
De ninfas esenciales
Abajo hay larvas que serán mosquitos.
El mosquito no busca solo sangre ni volar.
Busca ver. Su larva no es larva de insecto,
Es larva de ojo.
Al final busca sumarse ignotamente
Arrastrando un impulso: Ser el ojo,
El gran ojo, la mirada,
La que se deshace en otros cuerpos
En infinidad de cuerpos y de ojos.
Detenida en el tiempo, la larva
Alimenta un ojo. En definitiva una mirada,
Una simple mirada de dios y morirá con él.
La otra mirada se arrastrará por generaciones.
Por multiformes búsquedas de ver.
Hay fuerza de mirar. Potencia de mirar
Ya en las insignificantes manifestaciones de la vida.
Ocultando en lo efímero lo imperecedero.
Yo, sin ir más lejos, me adivino mirando
Por infinitos ojos que se piensan en mí.
Aunque el fin sea comerse a otro, libar o seguir vivo
Poco tiene que ver con una química,
Es el acontecimiento, la utopía.
El ojo que alimenta al ojo, la causa
Que el humano cree un “más adelante”
Jorge Pirozzi, 2019