I
Orfeo en el sueño
me miraste a los ojos
y caí roída
las manos desprovistas
Antes de llegar al último vértice
me hiciste despertar
a esta muerte de nosotros
Naturaleza inmóvil. Alción Editora. Córdoba. Argentina. 2003.
II
Suite de una inglesa
Wimeraux viento, playa encallada
nubes aceradas en el cielo celta
en una línea imperceptible, y el mar
esa infinita posibilidad de grises
del invierno, del norte, de Bretaña
las huellas de las botas desaparecen ahogándose
en un soplo, ¿hemos pasado o es puro capricho?
los druidas en las piedras, y el agua de mar asperja
leyendas, bosques, ánimas, signos,
mi anunciación, el viaje, las enormes valijas
en el paisaje hacen sombra,
-querías el exilio y serías extranjera en la tierra en que naciste-
Entramos a un café ardían los leños, las llamas
insinuando a Nimue, la dama del lago y, las chispas
en delicadas geografías se dibujan
Es difícil decidir
Cámara rápida, cámara lenta, la vida desfila en escenas:
el marfil del antiguo satén comprado en Camden
girando cual dórica columna, solitaria en De Chirico,
las hijas en Londres- ¿hijas o hadas del destino?
pero el cielo vibraba a lo Turner, a esas tormentas feroces
asida al marfil, al mástil, veía cabalgar las nubes sobre el mar
-la imaginación debe engendrar profecías en épocas difíciles-
¿y si alguien retuviera el borde de mi vestido, con dedos largos y finos,
amables y prestos?
¿y si me volviera tornado, partícula, ola, café?
Llegamos a la estación de tren el viento nos enredó el abrazo
al despedirme hubo caballos asustados en mi pecho, jilgueros ciegos
¿hacia dónde? -preguntaban las piernas musculosas-
Virginia Woolf alborotaba un objeto en la playa de Wimereaux,
las olas eran amargas, todo resultó inútil nada retenía
El quejido de la brisa, un pájaro en el espacio,
¿es una palabra francesa que pasa por nuestras bocas? *
*Del poema «Avión», de G. Apollinaire
Vida secreta, Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2016
III
Escenario
Las sillas en casa de la abuela forman una retahíla de novias
novias juntas unas con otras traman la tarde
el tocado les da aire altivo, al sentarnos en ellas
nos aprisionan abdicando su belleza
novias vestidas según la estación, terciopelo en invierno
seda cuando la florescencia,
vestidas por capricho el canto
olvidadas, arrumbadas, desprolijas en un desván
mis amigas discretas
callan el secreto de lo que la infancia anima
Seis sillas de madera desnudas juegan como actrices,
seis caballos de madera en la escena del living
seis novias languidecen en seis sillas
seis años asomando al patio
la tarde abre su telón al juego
seis sillas vacías, ahora
Requiem para lepidópteros. Ed. Huesos de Jibia. Bs. As. 2009
Vivian Lofiego
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