Dos Fragmentos de Culpable de Todo de Herbert Huncke

1- [Texto extraído del libro Empty Phantoms – Interviews and encounters with Jack Kerouac, editado por Paul Maher JR.]

La primera vez que encontré a Kerouac fue poco tiempo después de haber conocido a Bill [Burroughs]. Yo estaba vagabundeando por Washington Square cuando pasaron Bill y Jack. Bill me presentó, y después me dijo que había comprado algo similar a un narcótico y quería preguntarme si yo sabía algo sobre él.  No me acuerdo de qué droga se trataba pero nunca la había oído mencionar. Pensé que era algo con lo que no quería meterme, simplemente porque no sabía muy qué era.

Recuerdo haber pensado que Jack era alguien muy verde todavía, pero estaba ahí absorbiendo todo y haciéndole breves comentarios a Bill sobre el movimiento de la calle. Había destellos de luz en sus ojos. Kerouac era el típico americano pulcro. Me dio la impresión de ser el prototipo de joven para un anuncio de camisas Arrow. En sus campañas siempre tuvieron esos hombres de negocios americanos, pulcros y jóvenes, con el pelo cuidadosamente cortado y un brillo en la mirada. Ese era Jack.

Bill nos invitó a subir a su habitación en Waverly, y una vez allí decidimos que esa droga era algo que podía inyectarse de manera intramuscular. Nos inyectamos de esa manera, y no pasó nada. Bill trató de convencer a Kerouac para que se inyectase también, pero Jack dijo que no, prefería pasar, aunque, por supuesto, le daba mucha curiosidad. En esa época fumaba un poco de hierba, pero desconfiaba de las las jeringas.

Salimos y nos separamos. Querían ir a tomar un café, pero yo tenía una adicción y estaba perdiendo el tiempo con ellos, porque ya había tratado de sacarles algo de dinero. Ninguno de los dos tenía guita encima, así que me fui solo, tenía que ocuparme de mis asuntos.

2. Kerouac

[El 6 de octubre de 1995, Herbert Huncke leyó este texto en el festival «Lowell Celebrates Kerouac», que se desarrolla en la ciudad natal del escritor, en Massachusetts, y es un acontecimiento anual dedicado a la memoria de Jack Kerouac y al estudio de su obra. «Kerouac» fue escrito en una libreta de papel de arroz encuadernada que el poeta Zachary Wollard, un amigo de Hunke, le había regalado.]

Para empezar:

Estoy muy feliz de recibir como regalo esta magnífica libreta. Ahora, mi problema es la culpa – cuando escribo  sobre estas páginas, el pacer es extremadamente físico – hay una gran elegancia en la manera en que está armado… Es un presente muy propicio para poner en marcha la inspiración, y aprovecharé la ocasión para agradecer en público al joven Zachary por su atención.

Ahora no puedo pensar en un papel más apropiado para escribir sobre Jack Kerouac – un papel de arroz tibetano, un poco granulado, tosco, que me regalaron hace algunos días, con forma de libreta. Siempre adoré las libretas. Esta libreta en particular es muy adecuada para la personalidad de Jack tal como yo lo veía. Es un cuadernito muy útil, de apariencia poco habitual – sólido e inconfundible – hecho a mano – con una cubierta de un malva simple y sutil – páginas suaves y un poco amarillentas – que sugieren algo de la cultura oriental o del medio oriente – a la vez bello y terreno. Y Jack – con su elocuencia generosa, sus ojos – llenos de ternura, de  asombro inocente ante todo lo que veían pero afectados en lo más profundo por el espectáculo, de modo que por debajo de su conocimiento consciente de un mundo maravilloso pleno de una belleza impresionante e intimidatoria, estaba constantemente angustiado por los diferentes niveles de la desintegración – una buena parte de creencia en la fuerza de la pureza murió inundada de pena con su espíritu. El malva siempre me pareció un color algo triste.

Si bien no puedo afirmar que conocía exactamente lo que pasaba por la cabeza de Jack Kerouac, me siento calificado para decir que me habría gustado verlo tan honesto con él mismo, y con lo que considero su carácter interior, como ha tratado de serlo, creo, con su madre.

Cuando encontré a Jack, su apariencia típicamente americana me impresionó mucho: se parecía en todo a los jóvenes prolijamente vestidos que la época valoraba – sanos y ambiciosos –  siempre listos para afrontar los desafíos de la felicidad futura, cualquiera sea la naturaleza o el peligro de estos desafíos. Extrañamente recién supe de su deseo de escribir y de su don para la escritura cuando nos conocimos mejor, e incluso entonces, y para hablar con franqueza, no   llegué a medir la enorme influencia que iba a tener en la historia literaria mundial.

24 de septiembre de 1995

Extraído de la traducción francesa de Heloïse Esquié, Herbert Hunke, Coupable de tout, Seuil.

Traducción : Hugo Savino

Ph / Herbert Huncke