Dos poemas / Susana Szwarc

Orgánico

Cómo hablar

cuando la sed es tan grande

que podría repetir

adentro de la boca

ajena

gajitos de naranja.

No puede aliviar la sed

(no podía no podría no

diría).

Entra al supermercado de la vuelta

y Shen Huang

con  quien se reconocen

desde antes de cualquier sed

la atrae contra su pecho.

De la mano la lleva hasta los apios húmedos

donde se sientan

cada tanto cada año y balancean las piernas.

Le siente el gusto amargo

que no está

ahora

solo en la boca sino que se le desparrama

entre las axilas los dedos de las manos

los cabellos los vellos los pies.

Corre Shen  Huang

corre

a buscar agua.

Trae una botella de dos litros que ella

Nunca (nunca)

tiene  ganas de  servir, de alzar.

Cae el agua. Cae el agua. Cae el agua.

-Mirá estás haciendo un diluvio el lugar-

dice Shen Huang risueño.

Y el agua alivia inunda descubre

hasta que ya

no

se ven.

Blow up o Ñembopacu

(Divertimento)

La luna está hermosa, dice

y mira

con terquedad de sombra.

Abre la ventanilla del bondi,

saca una foto,  y otra.

Lo grave

-como en el cuento –

es que la cámara se trasciende

y la foto primera de la luna

muestra

lejos

cuerpos  jadeantes

sudados.

La foto se expande y se ve

creciente

la ampolla de una mano

a punto

de explotar.

¿Antojo o contagio

la lengua ampollada

de una pasajera? Se dilata,

acciona  su defensa.  (Lábil

mecanismo.)

Los pasajeros  no dejan

de mirar la luna, las fotografías,

las lejanías hasta que tocan,

lentísimos,

sus propias llagas. Los  pies.

¿Quién no se descalza?

¿Quién no se tapa los ojos con las vendas?

Benditos. Benditas,

murmura el colectivero

y el bondi se vuelve una fiesta, una  sola piel.

(Se besarían la herida

pero esa palabra  -herida-

me desanima.)

En general, las ampollas se curan por sí solas.

Susana Szwarc / Poemas del libro Caracú. (Editorial Pixel)

Ph / Ansel Adams Rock and Grass, Moraine Lake, Sequoia National Park, CA, 1932