¿Quién es Marina Tsvietáieva?
Hasta hace poco se la confundía con una bailarina del Bolshoi o una tenista tipo María Sharapova. Y en cierto sentido era una bailarina porque sus frases danzan ebrias de vodka, alimentándose de ratas y con lanzamientos tan contundentes e inesperados como la tenista rusa.
Marina Tsvietáieva sufrió desde joven el terror rojo del leninismo que se agudiza luego de la masacre de los marineros de Kronstad que la obligó al exilio en 1922 y sobre los que dejó innumerables testimonios escritos sobre un mundo de comisarios culturales y persecuciones de todo tipo. Su hija Irina murió de hambre en el orfanato y la otra fue apresada, su marido fue fusilado en 1941, año en que se suicidó escribiendo ese verso póstumo donde la ceniza será más caliente que la vida. Prohibida en su país y desconocida en el exterior, aprendió que decir la verdad pura y dura puede costar la vida. Dijo que la verdad sólo podía enunciarse en un baile de disfraces. Sobrevivió gracias a su cuaderno. La identidad de Marina está vinculada a la lectura. En Mi Puskin cuenta que de niña se identificó a Tatiana, el personaje de la novela Eugenio Oneguin. Cuando ven la representación teatral de la obra, la madre cree que se trata sólo de Tatiana pero ella trata de explicarle sin lograr que la entienda que se ha enamorado de los dos, de ella y de Oneguin, futuro zar de Rusia, que ejemplifican el tema de los amantes rusos: tanto se aman que habrán de vivir separados. Este caso es extremo porque no hay un encuentro seguido de una separación sino que la separación se da en acto y no sólo porque se trate de una representación teatral: Oneguin, cuando Tatiana la escribe la carta- qué carta- confesándole su amor, corteja a su hermana Olga, en una fiesta, a la vista de todo el mundo. Olga es la prometida de Lensky, su mejor amigo, que al advertirlo lo reta a duelo. Oneguin no puede evitarlo y lo mata. Pero dos años después, en otro baile de la aristocracia, descubre a Tatiana bien casada y convertida en una gran dama de sociedad y se da cuenta que siempre ha estado enamorado de ella. Tatiana se atiene a las costumbres y lo rechaza. Oneguin se queda solo, sin su mejor amigo y sin Tatiana. ¿Cómo es posible que Marina estuviera enamorado de dos que siempre han estado separados? ¿Por qué se identificó con Tatiana, de tendencia a lo dramático y lo melancólico y no con Olga, alegre, vital y divertida? Supongo que amaba lo imposible. Hugo Savino en Salto de Mata, ha escrito más una lectura bíblica y de diversos ángulos que un ensayo, para plagiar de punta a punta: partiendo de su cuaderno, cuenta que Marina quería un hombre parecido, o mejor, alguien que fuera Casanova en persona. Esto complica más el tema de la identidad porque Casanova es uno de los personajes más desconocidos de la historia con la contribución de la patética película de Fellini que lo reduce a una marioneta con el que juegan las mujeres como si fuera el pelele de Pierre Louis. Era ante todo un escritor y como personaje mucho más complejo que Oneguin. Marina pescó que el Casanova amante-marioneta fue inventado para censurar al Casanova escritor. Sucede que hay dos o tres historias de Casanova tan extraordinarias que bastaron para inmortalizarlo. Marina es Tatiana escribiendo, recordando que entre todas las mujeres su creador amó a una no mujer, la Nona o la Nana: “Puskhin de todas las mujeres del mundo amó más que nada a su nana, que no era mujer.”
¿Una imagen materna, nutricia y letal? La escritura como la pintura es una violación de la imagen. Ella amaba también al creador de Tatiana, Puskhin, que tuvo una vida aventurera, en medio de juergas y de historias, estuvo preso al ser acusado de participar en el levantamiento liberal de los decembristas de 1825, y después se casó con una de las mujeres más bellas de la época que lo rechazó por primera vez, y a diferencia de Gudonov, que mató a su mejor amigo, murió en un simulacro de duelo, un asesinato a manos de un envidioso “porque no sabía escribir poemas” como Marina lo cuenta en Mi Puskhin. Advertimos que en esa época se valoraba la poesía. Se la perseguía políticamente o se llegaba a matar por carecer de aptitud para ella.
¿Influyó la obra de Tsvietáieva en los modos de escrituras que le siguieron?
No creo en las influencias, escribí un trabajo contra las teorías de Bloom. Marina es otro de sus desmentidos. Sería ridículo pensar que sentía inferioridad con “su” Puskhin o se propondría superarlo. Lo suyo tiene que ver con la transmisión de poeta a poeta como sucedió con Maldestam y con inventar a sus precursores sin saberlo. Muchos que la toman como referencia no serían quienes son de haberla leído de veras, la aluden, elogian y persisten en los mismos clisés y en las imposturas que combatió. En un poema sueña, desea dormir con Rilke y abrazarlo, habla con él a la distancia y de manera muy diferente a la Lou Andreas Salomé que entra de cabeza en el delirio nacionalista de Hitler, le reprocha no ser patriota, está fascinada por el fervor del pueblo y los desfiles nazis, y le dice a Rilke que no sabe lo que se está perdiendo.
¿Qué segmento del mundo o el modo de Tsvietáieva te es más afín?
El espíritu inquebrantable, el amor por la libertad contra toda esperanza como diría la mujer de Maldestam en un libro excepcional. No la libertad que se consigue, evoluciona y se estratifica en servidumbre voluntaria sino la que se conquista a cada instante, en cada sílaba porque abdicar en las palabras es cederlo todo.
Ph/ Marina Tsvietáieva
Entrevista a Luis Thonis para la Semana Tsvietáieva, 2011, Biblioteca Nacional.