-I-
Entre nosotros -diez mandamientos:
Ardor de diez hogueras.
Apartada sangre el parentesco,
Tú para mí -sangre ajena.
En los tiempos evangélicos
Habría sido una de aquellas…
(Sangre ajena -la más deseada
¡Y de todas la más ajena!)
Hacia ti con todas las dolencias
Arrastrándome, extendida -¡luminoso
Manto! -llanto en los ojos
Demoníacos, los aceites vertería
Acaso en los pies, y debajo de los pies,
Y enteramente así, en las arenas…
Agotada la pasión por mercaderes,
Escupida -¡fluyera!
Con la espuma de la boca y el amargor
De los desechos y del placer de todos
El sudor… Como en una piel,
En los cabellos tus pies envuelvo.
A los pies tendida, como un paño
Cualquiera… No aquél, acaso
/(¡aquella!)
Criatura de fuego ensortijada
A la que dices: ¡levántate, hermana!
(26 de agosto de 1923)
-II-
Tres veces encarecidos óleos,
Sudor de la pasión, lágrimas,
Cabellos, todo
Derramado, pero aquél
En la roja arcilla seca
Apacible fija la mirada:
-¡Magdalena! ¡Magdalena!
¡No hagas de ti una ofrenda!
(31 de agosto de 1923)
-III-
No voy a preguntar sobre tus caminos.
¡Querida! -ya todo se ha consumado.
Yo estaba descalzo y tú me has calzado
Tormenta de lágrimas -y de cabellos.
No preguntaré cuánto has pagado
Por estos aceites. Yo estaba desnudo
Y con las ondas del cuerpo
Tú me cercaste como un muro.
Tu desnudez dulcemente he tocado
Con las puntas de los dedos.
Yo estaba derecho y en ti
Con ternura me reclinaste, apretado.
Cávame una fosa entre tus cabellos,
Envuélveme sin lino.
-¡Portadora de la mirra! ¿Para qué la
/quiero?
Tú me has lavado como una ola.
(31 de agosto de 1923)
Trad. Inés Aráoz / publicado en Rojo Torrente de fresas, Ediciones Leviatán, 2012