El año pasado Cuarta Prosa publicó “El punto de vista, universal o particular”, de Monique Wittig. Escrito inicialmente como prefacio para su traducción de Spillway, el libro de Djuna Barnes que Flammarion editó en 1983 con el título de La passion, el texto fue incluido, junto a otros nueve ensayos, en La pensée straight (Éditions Amsterdam, París, 2013), publicado luego en España por Editorial Egales con el título de El pensamiento heterosexual y otros ensayos.
El fragmento que presento a continuación, “Mujer”, forma parte de “Paradigmes” (“Paradigmas”), uno de los ensayos de La pensée straight que no se encuentra en la traducción al castellano.
Monique Wittig nació el 13 de julio de 1935 en Dannemarie, Francia y murió en Estados Unidos el 3 de enero de 2003. En 1964, antes de convertirse en un nombre insoslayable dentro del feminismo, es la joven escritora consagrada por el premio Médicis. Dentro del jurado que corona su novela El Opoponax –“la ejecución capital del noventa por ciento de los libros escritos sobre la infancia” según Marguerite Duras-, se encuentran Alain Robbe-Grillet, Nathalie Sarraute y Claude Simon.
Fue una de las fundadoras del MLF (Movimiento de Liberación de las Mujeres) y participó en una de sus primeras acciones públicas el 26 de agosto de 1970, que consistió en depositar una ofrenda floral en la tumba del Soldado desconocido, pero en honor a su mujer, ya que, como podía leerse en una de las pancartas de las manifestantes, “hay alguien aún más desconocido que el soldado desconocido: su mujer.”
Licenciada en letras, doctora en lingüística, profesora universitaria en Francia y en Estados Unidos, también tradujo, escribió teatro, poesía. Y textos teóricos, inscribiéndose en los análisis del feminismo materialista que postula la desnaturalización de la “mujer” y del “varón”, considerando que se trata de categorías sociales que deben estudiarse de manera relacional y dialéctica. Pero Monique Wittig va más lejos y cuestiona la existencia misma de estas categorías, mientras se pregunta por qué todo el pensamiento, todas las sociedades, se han basado en ellas como si fueran categorías inmutables. Y llega a la conclusión de que el contrato social es heterosexual: “Los dos términos, contrato social y heterosexualidad, son intercambiables, ambos conceptos coinciden. Vivir en sociedad es vivir en heterosexualidad”. (En “A propósito del contrato social”, publicado primero en inglés en Feminist Issues en 1989, luego se incluyó, con correcciones, en The Straight Mind and Other Essays.)
A través de un trabajo desde el interior de la lengua, Monique Wittig neutraliza el género y al hacerlo socava el orden establecido. El lenguaje es una máquina de guerra, nuestros cuerpos son transformados por los efectos de las palabras. “El lenguaje proyecta haces de realidad en el cuerpo social […] hay una plastia del lenguaje sobre lo real.” (En “La marca del género“. Se publicó primero en inglés en Feminist Issues en 1985 con el título de “The mark of gender” y luego se incluyó en The Straight Mind and Other Essays.)
En 1978, durante la conferencia anual de la Modern Language Association en Nueva York, expone sus teorizaciones sobre lo que ha experimentado en la lengua. Explica por qué vivir en sociedad es vivir en heterosexualidad, y cómo las lesbianas escapan a este control social. Concluye su intervención con la famosa frase “las lesbianas no son mujeres”. Gran revuelo. Dos años más tarde la revista francesa Questions féministes, fundada por Simone de Beauvoir, publica su intervención en un artículo titulado “La pensée straight” (“El pensamiento heterosexual”). Considerada demasiado radical, Monique Wittig es expulsada del movimiento por sus propias compañeras y amigas políticas. El grupo se escinde y la revista Questions féministes deja de publicarse.
Sandra Garzonio, Buenos Aires, 2019
Monique Wittig, a la derecha del policía, en una de las primeras acciones públicas del MLF, el 26 de agosto de 1970 en la tumba del Soldado desconocido. La jornada concluyó con las manifestantes demoradas en una comisaría.
MUJER
Mujer, femenino, son términos que indican semánticamente que la mitad de la población ha sido excluida de la humanidad. Mujer/esclava, mujer/criatura dominada, mujer dedicada a la reproducción por obligación (mujer/madre), “mujer”, como “esclava”, es una palabra, un concepto irrecuperable. La realidad “mujer” debe desaparecer, como la realidad “esclava” después de la abolición de la esclavitud, como la realidad “proletaria” después de la abolición de las clases y del trabajo forzado. En la medida en que la mujer se vuelve realidad para un individuo únicamente en relación con un individuo de la clase opuesta –los varones-, en particular en el matrimonio, las lesbianas, puesto que no entran en esta categoría, no son “mujeres”. Además, las lesbianas no son oprimidas por ser “mujeres”, sino, antes bien, por no ser “mujeres”. Y no es a las “mujeres” (víctimas de la heterosexualidad) a quienes aman y desean las lesbianas, sino a las lesbianas (individuos que no son las hembras de los varones). Es un fantástico malentendido (que surge de la deshonestidad política) reprocharles “rechazar su feminidad”, del mismo modo que, como es sabido, a las feministas se les reprocha no desear más que una cosa: tomar el lugar de los varones.
Sin ninguna duda, la denominación “mujer” desaparecerá, del mismo modo que desaparecerá la denominación “varón” con el fin de la opresión/explotación de las mujeres como clase por los varones como clase. La humanidad debe encontrar otro nombre para sí misma y otra gramática que acabaría con los géneros, indicio lingüístico de oposiciones políticas.
Monique Wittig, Fragmento de La pensée straight, publicado en Éditions Amsterdam, París, 2013
Traducción: Sandra Garzonio
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