Todos son algo magos, en Navidad.
En las tiendas hay nieve sucia y apreturas.
El gentío cargado de paquetes
organiza un asalto al mostrador
Por una lata de halva* de café:
cada cual es el rey y es el camello.
Redes, bolsas, capachos, paquetes,
gorros ladeados y corbatas torcidas.
El olor es a vodka y abeto, a bacalao,
a mandarinas, a canela, a manzanas.
Un caos de rostros oculta el camino
hacia Belén, tras la nieve cernida
Quienes llevan regalos humildes
Toman cualquier transporte, se apiñan en las puertas
Y se sumen en la entrada de los patios,
aún a sabiendas de que el Portal está vacío:
faltan los animales, y el pesebre, y Aquélla
que resplandece bajo nimbo de oro.
La nada, piensas; de inmediato, no obstante,
brota una luz sin origen visible.
Si supiera Herodes que a mayor poder
más cierto e infalible es el milagro…
En la constancia de semejante relación
se basa el mecanismo de las Navidades.
Hoy se celebra en todos lados,
juntando mesas para recibirlo.
Todavía no urge la estrella,
pero en los hombres se ve desde lejos
la buena voluntad, y los pastores
ya tienen encendidas las fogatas.
Nieva pesadamente. Las bocas de las chimeneas
trompetean. Cada rostro es una mancha.
Herodes bebe. Las mujeres esconden a los niños.
¿Quién llega? Nadie lo comprende:
ignoramos los signos, y quizá
ignore el corazón a Aquél que viene.
Pero, al abrir la puerta, la corriente
dispersa el espesor de la bruma nocturna
y queda al descubierto una forma embozada;
entonces en ti mismo descubres, sin turbarte,
un niño recién nacido y un Espíritu Santo.
Miras al cielo y allí está: la estrella.
joseph brodsky, 1972
Trad. Ricardo San Vicente
* halvá: dulce oriental parecido al turrón.