
Las esculturas y las joyas de Pedro Tricárico viajan en el tiempo – uno las va a buscar a una fuente, a un origen, pero enseguida funcionan, se despegan de ese origen, se ponen en movimiento, se escapan y proyectan su luz. El sentido se hace y se deshace en una trama construida por la visión. Que a su vez se construye en el oído. El oído escucha las figuras que son la historia del encuentro con el sistema tricárico. Que desajusta el nuestro. Nuestras ideas preestablecidas. Si miramos y escuchamos tenemos que aceptar ese desajuste. Ver en esa franja, en ese entre dos. Es un viaje en el reconocimiento inacabado de las líneas y volúmenes. De algún ayer llegan a este presente, y se inmiscuyen en nuestras tentativas de mirada. Renovación de las apariencias para revelar el ritmo de estas tentativas.
Hugo Savino
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